
Detrás de las cámaras: Jack Nicholson haciendo de Jack Nicholson en Cannes, 1981.
Detrás de las cámaras: Jack Nicholson haciendo de Jack Nicholson en Cannes, 1981.
Vademédum de Her Doktor: Karate Kimura (1987)
“Karate Kimura” con título italiano de “Il ragazzo dal kimono d’oro”, conocida en EEUU como “Karate Warrior”. Fue rodada en Filipinas por Fabrizio de Angelis, productor de los mejores films de Lucio Fulgi, que como otros tanto directores italianos del explotation firmaba como Larry Ludman.
Se filmaron hasta 6 pelis de la saga. A nuestro pais solo llegaron las tres primeras bajo el nombre de Karare Kimura, pero siendo la tercera en españa “Karate Rock”.
Director: Fabrizio de Angelis
Nacionalidad: Italia.
“Kárate Kimura” es una película mala pero que se deja ver, y que en los ochenta era bastante aceptable. Lo más importante es lo peor, o sea, las peleas. Es una de las películas de artes marciales con menos artes marciales de la historia. Sin embargo, lo compensa con un guión algo cuidado (atención que no digo que sea bueno) para este tipo de películas, unos actores medianamente aceptables, y un protagonista algo carismático. El que carece de carisma totalmente es Quino (¡al poco llegaría el grandioso Tom-Po!). A momentos es entretenida a momentos es aburrida. El maestro Kimura dice que le agobia que hablen pero se pasa todo su metraje dándole a la sin hueso. El áctor que lo interpreta se llama Ken Watanabe. Pensé que sería pariente del científico alelado de Godzilla, pero se ve que no tiene nada que ver. Kim Rossi Stuart, protagonista de “Kárate Kimura”, continuaría como actor, e incluso director, en mejores películas posteriores. Así que este es una excepción a los casos de “one-hit” ochentosos.
El kimono dorado debe ser estupendo y suavecito para ir a dormir pero para luchar me parece que no es muy práctico. Eso sí, vistoso y elegante más que ninguno. En conclusión, mala pero no tan mala.
Por último, al final de la película aparecen trailers a la antigua usanza. Qué elegancia y qué pena que ahora sea imprescindible añadirles ruidos de coches derrapando y acelerar las imágenes a mil fotogramas por segundo.
Solo por decir “Yo he visto la saga Karate Kimura, aparta gafapasta que crees saber de CINE” merece la pena.
Her Doktor
Vademécum de Her Doktor: La espada invencible (1980).
Película protagonizada por John Terry, que años después apreció en Lost, y por Jack Palance posteriormente ganador de los premios Oscar y Globo de Oro. También aparecen otros dos actores habituales del cine de espada y brujería como Ferdy Mayne, en Conan, el destructor (1984) y Bernard Bresslaw quien en La espada invencible interpreta a un gigante, en Krull (1983) interpreta al cíclope.
Director: Terry Marcel.
Nacionalidad: Reino Unido.
Tal como la escenografía delata, esta película contaba con muy poco presupuesto, pero, sin embargo, ha sido muy bien aprovechado.
Esta película de aventuras de “espada y brujería” cuenta con todos los elementos para pertenecer a este subgénero: espada, brujería, inocente acosado/a por rufianes, un malo maloso, un héroe con un variopinto grupo de compañeros, algunas armas y armaduras, y algo de humor. Los combates son absurdos y la música es una mala mezcla de Alan Parson’s Project y Camela (tecno-rumba medieval).
Muchos pensarán al ver la película “ah! esto es una mala copia de esta escena de esta película! ah! esta escena es un plagio de esta otra…!” pero si os fijáis, esta película es de 1980, predecesora de muchas otras con las que tendrá algunos elementos en común. Por eso mismo, considero que esta película debe pasar a la lista de esenciales de la “Espada y Brujería”.
Con respecto a los personajes, destacaría al villano Voltan, puro ejemplo de caótico malvado, interpretado por Jack Palance, que le pilló el gustillo a este tipo de películillas (o no tendría más remedio) y repitiría posteriormente en “Gor” (yendo su carrera cada vez a más con títulos como “Cyborg II”, “El reno perdido de Santa Claus”, “Buffalo Girls” o “Este poli es un panoli”).
El protagonista “El Halcón” es un sosaina de mucho cuidado pero sus aventuras las amenizan Gort el gigante de las colinas (que de gigante de las colinas no tiene nada, salvo la baja inteligencia), Crow el elfo (que lamentablemente en la traducción española es llamado “gnomo”) y Baldin el enano de las montañas (por fin, un enano ladrón en una película). Además del villano y los tres amigos, me ha gustado también Drogo, el hijo de Voltan, y el hecho de que matar a personajes principales no sea un problema (eso siempre me encanta).
La historia en sí no es nada del otro mundo y los flashbacks son vomitivos. Por último decir que los conjuros de la bruja hacen un ruido muy similar al que haría muy posteriormente el cubo horádrico de “Diablo 2”. En conclusión, película justilla pero entretenida, curiosa y aceptable en general.
Her Doktor
‘Know Your Enemy: Xenomorph’, An Art Print Inspired by James Cameron’s Classic Sci-Fi Action Horror Film ‘Aliens’
Vademécum de Her Doktor: El caballero del dragón (1985)
Es una de las películas más caras del cine español, fue un fracaso estrepitoso que no recaudó ni la mitad de lo que costó. Al contar con un reparto internacional, la película se estrenó, a destiempo, en gran parte del planeta, siendo un fracaso en todos los lugares. En 1993 la película pasa a ser de dominio público, lo que hace que se edite en los Estados Unidos por varias productoras (aunque de manera legal), consiguiendo una galería de carátulas a cual más delirante, destacando una en la que, para aprovechar el protagonismo de Klaus Kinski, roba una imagen de la película “Aguirre, la cólera de Dios” en la que él aparece, la colocan al lado de la nave espacial y se inventan un dragón mecánico.
Director: Fernando Colomo
Nacionalidad: España
Por fin he visto “El caballero del dragón”. Era una película que sabía que existía y no recordaba si la había visto en mi niñez o no. La sensación que sí tenía es que era chunga y prueba de ello son los numerosos blogs que la ponen a la altura del betún.
La historia es una mezcla del mito de San Jorge y “Un astronauta en la corte del Rey Arturo”, y con esto no desvelo nada, porque si algo tiene esta película es falta de emoción, misterio o clímax. La historia va de una princesa pusilánime y tontalaba pero muy buscona (María Lamor) que se enamora tontamente de un Ziggy Stardust enlatado (Miguel Bosé!!) que viene con una especie de nave hecha con las piezas más roñosas que se puedan encontrar en un desguace de gruas de construcción. A todo esto hay un aspirante a caballero (Harvey Keitel) que le hecha los tejos a la princesa continuamente y que trata de salir de su condición de villano a toda costa, ya sea mediante la técnica de braguetazo, chantaje o engaño, eso sí, todo con mucho honor. Como trama paralela está la pretendida mofa a la iglesia y a la superstición (diezmo, gato negro, santería, posesiones, interpretación de las escrituras, demonio…) llevada de forma renqueante por un ambiguo alquimista (Klaus Kinski) y un histérico clérigo (Fernando Rey). Aparece el personaje del caballero que ha jurado no permitir cruzar el puente a no ser que se le derrote en un combate justo, que poco tiempo después será mucho mejor llevado al cine a través de Sir Didymus en la maravillosa “Dentro del laberinto”.
El vestuario y los escenarios están penosamente aprovechados. Se rodó parcialmente en el castillo de Requesens en La Junquera (Gerona). Los actores se pasan la película con cara de “vaya chorradas me hace hacer el director”, aunque se nota el plus aportado por la presencia de Harvey Keitel y, aunque algo justillo, Klaus Kinski (que siempre me gusta ver en la pantalla esa cara de loco psicópata que tiene). La dirección de actores creo que es mala y los toques de humor innecesarios y sin gracia alguna. Sólo me han gustado las escenas en las que el heraldo anuncia edictos reales a los pueblerinos. En si, el título es engañoso, y probablemente haya sido una gran decepción para muchos niños que esas mañanas de verano se hayan dirigido a alquilar el VHS al “Club Yoldan” a alquilar una película de fantasía, espada y brujería. Y es que al fin y al cabo, con todo lo original que Fernando Colomo haya querido ser, y con todo el principal plantel internacional, “El caballero del dragón” es un fistro.
Her Doktor
Al Borde del Spoiler: They live (Están vivos) (1988). John Carpenter
John Carpenter escribió el guion bajo el pseudónimo de Frank Armitage. La película está basada en un relato de 1963 de Ray Nelson titulado «Eight O’Clock in the Morning.»
Al final del espectáculo, el hipnotizador les dijo a los hipnotizados: “Despertad”.
Algo extraordinario sucedió.
Uno de los hipnotizados despertó del todo. Esto nunca había sucedido antes. Su nombre era George Nada y parpadeó entre el mar de caras en el teatro, al principio sin ser consciente de nada fuera de lo habitual. Entonces observó, moteadas aquí y allá en la multitud, las caras no humanas, las caras de los fascinadores. Habían estado allí todo el tiempo, claro, pero sólo George estaba realmente despierto, así sólo George les reconoció por lo que eran. Lo entendió todo en un instante, incluyendo el hecho de que si él iba a dar alguna señal al exterior, los fascinadores inmediatamente le ordenarían regresar a su estado anterior, y él obedecería.
Dejó el teatro, saliendo afuera, a la noche de neón, evitando cuidadosamente cualquier indicación de que veía la carne verde y reptiliana o los múltiples ojos amarillos de los dominadores de la Tierra. Uno de ellos le preguntó: “¿Tienes fuego, socio?”. George le dió fuego, y luego siguió su camino.
De vez en cuando, a lo largo de la calle George veía los carteles colgantes con fotografías de los múltiples ojos de los fascinadores y varias órdenes impresas bajo ellos, tales como, “trabaja ocho horas, juega ocho horas, duerme ocho horas” y“cásate y reprodúcete”. Un TV en la ventana de una tienda captó el ojo de George, pero él miraba aparte, a la señal de la hora. Cuando no miraba al fascinador en la pantalla, podía resistir la orden, “sigue sintonizado esta emisora”.
George vivía solo en una pequeña pensión, y tan pronto como llegó a casa, lo primero que hizo fue desenchufar el TV. Aunque podía oír en otras habitaciones los TV de sus vecinos. La mayoría del tiempo las voces eran humanas, pero de vez en cuando oía los arrogantes graznidos extraños como de pájaro, de los extraterrestres. “Obedece al gobierno”, decía un graznido. “Somos el gobierno”, decía otro. “Somos tus amigos, tu harías cualquier cosa por un amigo, ¿no?”.
“¡Obedece!”
“¡Trabaja!”Repentinamente sonó el teléfono.
George cogió el teléfono. Era uno de los fascinadores.
– “Hola”, graznó. “Soy su control, el Jefe de policía Robinson. Usted es un hombre viejo, George Nada. Mañana por la mañana a las ocho en punto, su corazón se parará. Por favor repita”.
– “Soy un hombre viejo”, dijo George. “Mañana por la mañana a las ocho en punto, mi corazón se parará”.El control colgó.
“No, no lo hará”, murmuró George. Se preguntó porqué le querían muerto. ¿Sospechaban que estaba despierto?. Probablemente. Alguien podría haberlo notado, haber observado que no respondía de la misma manera que los demás. Si George estaba vivo un minuto después de las ocho del día de mañana por la mañana, entonces ellos lo sabrían seguro.
“Es absurdo esperar aquí el fin”, pensó.
Salió fuera de nuevo. Los carteles, la TV, las ocasionales órdenes de los extraterrestres que aparecían no parecían tener una fuerza absoluta sobre él, aunque todavía se sentía fuertemente tentado a obedecer, a ver las cosas de la manera que su amo quería que las viera. Pasó un callejón y se paró. Uno de los extraterrestres estaba solo allí, apoyado en la pared. George caminó hacia él.
“Sigue tu camino”, gruñó la cosa, enfocando sus letales ojos en George.
George sintió vacilar su autodominio. Por un momento, la cabeza reptiliana se disolvió dentro de la cara de un amable viejo borracho. Por supuesto, el borracho era amable. George cogió un ladrillo y lo estrelló contra la cabeza del viejo borracho con toda su fuerza. Por un momento, la imagen se emborronó, luego la sangre azul-verdosa salió de la cara y el lagarto cayó, encogiéndose y retorciéndose. Un momento después estaba muerto.
George arrastró el cuerpo dentro de las sombras y lo tanteó. Había una pequeña radio en su bolsillo y un cuchillo curiosamente tallado y un tenedor en otro. La pequeña radio decía algo en un idioma incomprensible. George la puso al lado del cuerpo, pero se quedó con los utensilios de comer.
“Posiblemente no pueda escapar”, pensó George. “¿Por qué combatirlos?”
Pero quizá él podía. ¿Qué si él podía despertar a otros? Podría valer la pena intentarlo. Caminó doce manzanas hacia el apartamento de su novia, Lil, y llamó a la puerta. Ella salió a la puerta en albornoz.
– “Quiero que despiertes”, dijo él.
– “Estoy despierta”, dijo ella. “Venga entra”.Él entró. El TV estaba funcionando. Él lo apagó.
– “No”, dijo él. “Quiero que despiertes de verdad”. Ella le miró sin entender, así que él chasqueó los dedos y gritó, “¡Despierta!. ¡Los amos te ordenan que despiertes!”
– “¿Estás majareta, George?” preguntó ella suspicazmente. “Estás comportándote realmente raro”. Él la abofeteó. “¡Lárgate!” gritó ella, “¿Qué demonios pretendes?”.
– “Nada”, dijo George, vencido. “Solamente estaba bromeando”.
– “¡Abofetearme no fue bromear!” gritó ella.Alguien llamó a la puerta. George la abrió. Era uno de los extraterrestres.
“¿No pueden bajar el ruido al de un grito débil?”, dijo.
Los ojos y la carne reptiliana se desvanecieron un poco y George vió la vacilante imagen de un hombre gordo de edad media en mangas de camisa. Todavía era un hombre cuando George le cortó el cuello con su cuchillo de cocina, pero era un extraterrestre antes de caer al suelo. Le arrastró dentro del apartamento y cerró la puerta de una patada.
– “¿Qué ves allí?” le preguntó a Lil, señalando a la cosa-serpiente de muchos ojos en el suelo.
– “Señor…Señor Coney”, susurró ella, con los ojos muy abiertos por el horror. “Tú… le has matado, como si no tuviera importancia en absoluto”.
– “No grites”, avisó George, avanzando hacia ella.
– “No lo haré George. Juro que no lo haré, sólo por favor, por el amor de Dios, suelta ese cuchillo”. Ella retrocedió hasta que sus hombros presionaron la pared.George vió que era inútil.
– “Voy a atarte”, dijo George. “Primero dime en qué habitación vivía el señor Coney”.
– “La primera puerta a tu izquierda según vas hacia las escaleras”, dijo ella.“Georgie… Georgie. No me tortures. Si vas a matarme, hazlo limpiamente. Por favor, Georgie, por favor”.La ató con las sábanas de la cama y la amordazó, luego buscó el cuerpo del fascinador. Allí había otra de las pequeñas radios que hablaban un idioma extranjero, otro conjunto de utensilios de comer, y nada más.
George fue a la puerta de al lado. Cuando llamó, una de las cosas-serpiente respondió:
– “¿Quién es?”.
– “Amigo del Señor Coney. Quiero verle”, dijo George.
– “Salió durante un segundo, pero regresará”. La puerta se abrió con un crujido, y cuatro ojos amarillos se asomaron. “¿Quiere entrar y esperar?”
– “Vale” , dijo George, no mirando a los ojos.
– “¿Estás solo aquí?” preguntó él mientras ese ser cerraba la puerta, dándole la espalda a George.
– “Sí, ¿por qué?”Él le cortó la garganta desde atrás, luego buscó por el apartamento. Encontró huesos y calaveras humanas, una mano medio comida. Encontró depósitos con unas enormes y gordas babosas flotando en ellos.
“Las crías”, pensó, y las mató a todas.
Había armas también, de un tipo que nunca había visto antes. Descargó una accidentalmente, pero afortunadamente no hacía ruído. Parecía disparar pequeños dardos envenenados. Se guardó en el bolsillo el arma y tantas cajas de dardos como pudo y volvió a la casa de Lil. Cuando ella le vió, se retorció de terror.
“Relájate, cariño” dijo él, abriendo su bolso. “Sólo quiero tomarte prestadas las llaves de tu coche”.
Cogió las llaves y bajó por las escaleras a la calle. Su coche estaba todavía aparcado en la misma área general en la que ella siempre lo aparcaba. Lo reconoció por la abolladura en el guardabarros de la derecha. Entró, arrancó, y comenzó a conducir sin rumbo fijo. Condujo durante horas, pensando desesperadamente buscando alguna salida. Encendió la radio del coche para ver si podía encontrar algo de música, pero no había nada excepto noticias y eran todas sobre él, George Nada, el maníaco homicida. El locutor era uno de los amos, pero sonaba un poco atemorizado. ¿Por qué debería estarlo? ¿Qué podía un hombre hacer?.
George no estaba sorprendido cuando vió el control en la carretera, y paró en una calle lateral antes de llegar. Ningún viajecito a la trena para ti, Georgie tío, se dijo a sí mismo.
Ellos habían descubierto lo que había hecho en la casa de Lil, así que estarían probablemente buscando el coche de Lil. Lo aparcó en un callejón y tomó el metro. No había extraterrestres en el metro, por algún motivo. Quizá tenían demasiada clase para tales cosas, o quizá era sólo porque era tan tarde de noche.
Cuando finalmente uno montó, George salió. Salió a la calle y fue a un bar. Uno de los fascinadores estaba en la TV, diciendo una y otra vez, “somos vuestros amigos. Somos vuestros amigos. Somos vuestros amigos”. El estúpido lagarto sonaba atemorizado. ¿Por qué?. ¿Qué podía un hombre hacer contra todos ellos?.
George pidió una cerveza, entonces repentinamente le impactó la idea de que el fascinador en el TV no parecía tener ya ninguna fuerza sobre él. Lo miró de nuevo y pensó, “tiene que creer que puede dominarme para hacerlo. La más ligera señal de miedo de su parte y la fuerza de hipnotizarme se ha perdido”. Ellos mostraron la foto de George en la pantalla del TV y George se retiró a la cabina telefónica. Llamó a su control, el jefe de policía.
– “Hola, ¿Robinson?” preguntó él.
– “Al habla”.
– “Soy George Nada. He descubierto cómo despertar a la gente”.
– “¿Qué? George, no cuelgue. ¿Dónde está?” Robinson sonaba casi histérico.Colgó, pagó y dejó el bar. Probablemente rastrearían su llamada. Cogió otro metro y fue al centro de la ciudad. Estaba amaneciendo cuando entró en el edificio más grande de los estudios de TV de la ciudad. Consultó al portero del edificio y luego subió en el ascensor. El policía delante del estudio le reconoció. “¡Eh, usted es Nada!” masculló.
A George no le gustó dispararle con el arma de dardos envenenados, pero tenía que hacerlo. Tuvo que matar a varios más antes de entrar en el estudio, incluyendo todos los técnicos que había. Había un montón de sirenas de la policía fuera, gritos excitados, y pasos que corrían por las escaleras. El extraterrestre estaba sentado delante de la cámara de TV diciendo: “Somos vuestros amigos. Somos vuestros amigos”, y no vió a George entrar. Cuando George le disparó con el arma de agujas, él simplemente se paró a mitad de frase y se quedó sentado allí, muerto. George se quedó cerca de él y dijo, imitando el graznido del extraterrestre, “¡Despertad. Despertad. Miradnos como lo que somos y matadnos!”.
Fue la voz de George la que la ciudad oyó esa mañana, pero fue la imagen del fascinador, y la ciudad despertó por primera vez y la guerra comenzó. George no vivió para ver la victoria que finalmente llegó. Murió de un ataque al corazón exactamente a las ocho en punto.
Vademécum de Her Doktor: Tunka el guerrero (1983)
El actor, director, guionista y productor Joaquín Gómez Sáinz o, bajo el seudónimo Dan Barry, continua con la moda de las exploitations sobre bárbaros casposos -antes ya había flirteado con el peplum en Los Cántabros (1981), y Estirpe de Dioses (1982). La película por desavenencias con la productora terminó enlatada y ni siquiera llegó a estrenarse en cines. Cuentan que un operador cegato que destrozó los mejores planos.
Nacionalidad: España
Director: Joaquín Gómez Sáinz
Ufff…. Tunka… qué sufrimiento… “Tunka el guerrero” es una película española ambientada en un futuro postapocalíptico donde el protagonista, un sucedáneo de bárbaro, media entre una sociedad femenina tipo amazonas feas y una sociedad masculina tipo lerdos feos. No voy a entrar en aspectos técnicos ni artísticos. Todos son sumamente pésimos. No se salva nada. Es puro anticine. He leído que ni siquiera se estrenó. Sin embargo, presenta algunos aspectos curiosos. Primero, “Tunca” (con “c” en lugar de “k”) significa en español de México, según la RAE, “puerca”, o “mutilado de algún miembro” o “corto”. Lo cual es un nombre que le va de maravilla al personaje protagonista interpretado por Rosendo, no perdón, por Joaquín Gómez, menudo careto, quien a su vez es el director de este engendro fílmico. Este actor tiene una voz grave característica, que me hizo pensar en José Martínez Blanco, pero se ve que no, que es su genuina voz, la que también salía de la boca de Chiprell en “Los Aurones”. La carrera en el cine de Joaquín Gómez (pseudónimo Dan Barry) no destaca por grandes títulos aunque algunos no dejan de ser curiosos: “Consultorio sexológico” y “Bragas calientes”. En “Tunka el guerrero” sólo aparece un atisbo puntual y casi anecdótico de interpretación, y este viene del actor Tom Hernández (siendo ésta su última película) que da vida a el “Gran Sabio”, una especie de enajenado profeta que aparece a modo de sobresalto entre escena y escena soltando aburridos blablablas. Se ve que este actor era todo un personaje pero no viene al caso. El resto del casting, en la línea del protagonista, está compuesto por ¿actores? tremendamente feos que les da la risa cuando les están apresando o apaleando. Como es costumbre, algunas de las pelucas son antológicas, pero cabe más aún destacar el vestuario… no sé… es pura basura… esas vestimentas de color rojo chillón… esa Dama de Elche…
En resumen, un desfile continuo de cabareteras. Por último, querría comentar algo sobre los exteriores. Señor Joaquín Barry, si va a filmar en el teatro romano de Mérida, ¡¡¡no haga este truño de película!!!
Her Doktor
Cosas de chicas: Sigourney y la reina de ‘Aliens’ (1986) James Cameron.
Fallece el director Mike Nichols a los 83 años.
“The only safe thing is to take a chance.” – Mike Nichols, 1931 – 2014