Los Mitos de Cthulhu en la Unión Soviética: Recepción, Censura y Reinterpretaciones
Howard Phillip Lovecraft (1890-1937) es conocido mundialmente por su vasto universo de horror cósmico, en el que seres ancestrales y dimensiones paralelas desafían la comprensión humana. Su visión del universo como un lugar vasto, indiferente y habitado por entidades de poder insondable contrastaba directamente con la creencia ilustrada en la racionalidad y el progreso humano.
Anteriormente a la obra del genio de Providence, varios autores rusos se acercan a su obra. El relato más lovecraftiano es probablemente «Viy» (1835) de Nikolái Gógol, aúna todo el género de terror gótico: fatalismo, enloquecer al enfrentarse a horrores más allá de la comprensión humana, una bruja y un ser primigenio. Otro es «La familia del Vourdalak» (1884) de Alexéi Tolstói. Que se adentra sobre la horrible experiencia de un diplomático francés que se topó en su viaje a través de una remota aldea que enfrentaba una infestación de vampiros.
Quizás no otro texto no tan lovecraftiano, «El monje negro» (1893) de Antón Chéjov. Donde detalla la historia de un brillante erudito cuya mente fue infiltrada por las ideas e imágenes de una extraña criatura con forma de monje con una túnica negra, que lentamente lo está volviendo loco.
Sin embargo, la difusión de las obra de Lovecraft en la Unión Soviética fue severamente limitada debido a la censura estatal, la ideología oficial y las prioridades literarias del realismo socialista, que promovía una visión optimista del futuro y del poder de la humanidad sobre la naturaleza. Además, Lovecraft no solo era visto como un autor de terror ajeno a los valores soviéticos, sino que su fuerte inclinación aristocrática, su desdén por la modernidad y sus posturas racistas lo hacían aún menos compatible con el discurso oficial del marxismo-leninismo.
A pesar de ello, sus relatos llegaron a ciertos círculos académicos y literarios mediante traducciones clandestinas y samizdat (la copia y distribución clandestina de literatura prohibida por la censura del régimen soviético), generando interés en escritores de ciencia ficción que reinterpretaron sus temas desde una óptica materialista. Para algunos intelectuales soviéticos, el horror cósmico de Lovecraft podía leerse como una advertencia sobre los peligros del pensamiento dogmático y la insignificancia del ser humano ante las fuerzas del universo, un tema que, aunque reinterpretado, encontraba ecos en la exploración científica promovida por la URSS.
Así, los Mitos de Cthulhu en la Unión Soviética encontraron un nicho entre ciertos escritores, académicos y círculos de ciencia ficción soviética, quienes los resignificaron dentro del marco ideológico del materialismo dialéctico y el ateísmo científico. Autores como Arkadi y Borís Strugatski, Iván Yefrémov y Kir Bulychov exploraron temas que, aunque no eran explícitamente lovecraftianos, contenían paralelismos inquietantes con el horror cósmico, especialmente en la representación de la vastedad del universo y la fragilidad de la humanidad ante lo desconocido.
Aunque estos temas aparecían disfrazado de ciencia ficción «dura», en muchas de sus historias se encuentran elementos cercanos al horror cósmico, especialmente en las representaciones de entidades que operan bajo leyes físicas completamente ajenas a la comprensión humana. Algunos relatos soviéticos desarrollaron la idea de que ciertas formas de vida, aunque explicables científicamente, serían tan extrañas que desestabilizarían la visión materialista del mundo, forzando a los personajes a confrontar una realidad que no se ajusta a su lógica. En este sentido, el terror cósmico soviético no provenía de dioses o demonios, sino de una ciencia que revelaba un universo indiferente y potencialmente hostil.
La ideología soviética promovía la exploración espacial como una empresa optimista, algunos escritores introdujeron la posibilidad de que el universo no fuera solo un campo de conquista humana, sino también un escenario de entidades incomprensibles. Este concepto se refleja en obras donde los exploradores soviéticos descubren fuerzas más allá de su control o comprensión, sugiriendo que el cosmos no es un dominio conquistable, sino un abismo insondable.
Aunque en la literatura soviética se evitaba la visión nihilista de Lovecraft, algunos autores soviéticos planteaban la existencia de civilizaciones extraterrestres tan avanzadas que la humanidad apenas podía comprenderlas. En ciertas historias, estos encuentros derivaban en desastres inevitables, no por hostilidad directa, sino por la incapacidad humana de interpretar sus intenciones o de coexistir con tales entidades sin perder su propia identidad. Este elemento se asemeja a los relatos de Lovecraft donde el simple conocimiento de estas entidades lleva a la locura o la desesperación.
De esta manera, los pocos escritores y filósofos soviéticos que abordaron a Lovecraft lo reinterpretaron bajo una lente materialista, donde los dioses primigenios y entidades cósmicas no eran divinos, sino formas de vida avanzadas cuyo poder parecía mágico solo desde la ignorancia humana. Los Necronomicón y otros textos ocultistas fueron vistos como registros primitivos de conocimientos científicos distorsionados por civilizaciones menos desarrolladas.
El terror cósmico fue reinterpretado como el miedo del hombre ante el conocimiento incompleto, alineándose con la visión soviética del progreso científico como el camino para disipar la ignorancia. Así, algunos círculos de discusión filosófica especularon sobre cómo los Mitos de Cthulhu podían representar el miedo a lo desconocido en la lucha ideológica: el capitalismo podía ser visto como un horror cósmico, una entidad amorfa que corrompe y devora naciones, al igual que los Primigenios devoran la cordura de los individuos en los relatos de Lovecraft. La alienación y el caos social generados por la economía de mercado podían compararse con el caos y la desolación que las entidades lovecraftianas traían consigo.
No hubo autores soviéticos que escribieran explícitamente sobre los Mitos de Cthulhu en la Unión Soviética, sin embargo, varios escritores de ciencia ficción y horror cósmico en la URSS exploraron temas que recuerdan al horror lovecraftiano, aunque desde una perspectiva materialista y científica. Entre los ejemplos más destacados se encuentran:
«Picnic extraterrestre» (1972) – Arkadi y Borís Strugatski, no cuentan como unos alienígenas han visitado la Tierra y dejado atrás una «Zona» llena de artefactos extraños y peligrosos. Los humanos que intentan explorarla no pueden comprender la lógica detrás de estos objetos, y muchos sufren mutaciones, locura o muerte. En los Mitos de Cthulhu, el simple contacto con los Primigenios o sus artefactos puede desestabilizar la mente humana. Aquí, la indiferencia de los alienígenas hacia la humanidad refleja la misma insignificancia cósmica.
«La nebulosa de Andrómeda» (1957) – Iván Yefrémov, era un autor netamente optimista, aunque plantea el universo como un lugar hostil donde los humanos pueden encontrarse con inteligencias completamente ajenas a su comprensión. En su novela, plantea un futuro comunista donde la humanidad explora el cosmos y se encuentra con formas de vida alienígenas que no siguen las mismas leyes biológicas o físicas que conocemos. Aquí los humanos pueden encontrar formas de vida que los superan completamente en conocimiento y poder, como los Dioses Exteriores en Lovecraft.
«Plutonia» (1924) – Vladímir Obruchev, aunque más centrado en la literatura de exploración y ciencia ficción geológica, algunos de sus relatos incluyen la idea de ruinas antiguas y civilizaciones perdidas, elementos clave en Lovecraft, así en su relato de exploración describe un mundo subterráneo donde vive una comunidad de seres extraños entre los humanos, pero poseen comportamientos y habilidades que los hacen inhumanos.
«Los que caminan por la niebla» (1967) – Sever Gansovsky, escribe esta historia sobre un grupo de exploradores que descubren una región subterránea en la Tierra donde habitan criaturas prehistóricas y fenómenos inexplicables. Muy similar a En las montañas de la locura, donde los exploradores descubren una ciudad perdida en la Antártida con vestigios de civilizaciones no humanas. Evoca relatos como La sombra sobre Innsmouth, donde los híbridos de los Profundos pasan desapercibidos hasta que se revelan sus conexiones con entidades cósmicas.
«El último viaje de Alis» (1982) – Kir Bulychov, describe en su novela un viaje espacial, durante el cual, los protagonistas descubren una civilización alienígena extinta, cuyos restos sugieren que fueron destruidos por algo que sigue acechando en las sombras. Este texto tiene similitudes a los antiguos reinos destruidos por los Primigenios, o a El color que cayó del cielo, donde un ser desconocido aniquila lentamente toda forma de vida a su alrededor.
Una figura destacada para hacer visible los Mitos de Cthulhu en la Unión Soviética fue Evgueni Golovin (1938-2010) un poeta, escritor, traductor y ensayista que destacó por su interés en el misticismo, el simbolismo y el ocultismo. Su obra literaria abarcó desde la poesía hasta ensayos filosóficos, explorando temas de la alquimia, la tradición esotérica y la metafísica. Sin embargo, uno de sus mayores aportes culturales fue la promoción y difusión de la obra de H.P. Lovecraft en Rusia, contribuyendo significativamente a la introducción del horror cósmico en el ámbito literario ruso durante el periodo soviético y post-soviético.
Golovin fue una de las figuras clave en la introducción de Lovecraft en los círculos intelectuales rusos. A través de traducciones, ensayos y conferencias, logró que la obra del escritor estadounidense comenzara a ser conocida en Rusia. Su interés por la literatura esotérica y su profundo conocimiento de la filosofía oculta le permitieron reinterpretar a Lovecraft dentro de un marco místico, conectándolo con la tradición simbólica y hermética.

A diferencia de otras figuras de la literatura soviética, Golovin no solo difundió la obra de Lovecraft en círculos académicos y filosóficos, sino que también se involucró activamente en la traducción de sus relatos. Su profundo interés por la literatura esotérica y el simbolismo influyó en la forma en que abordó las traducciones, adaptando el estilo de Lovecraft a un público ruso que tenía poca familiaridad con el horror cósmico.
Golovin realizó traducciones de relatos fundamentales como La llamada de Cthulhu, En las montañas de la locura y El horror de Dunwich, esforzándose por mantener la riqueza del lenguaje lovecraftiano y su atmósfera de misterio y terror. Sin embargo, más allá de una traducción literal, buscó contextualizar los temas lovecraftianos dentro de la cosmovisión rusa, resaltando paralelismos con el misticismo y la literatura oculta que formaban parte de su propio bagaje intelectual.
Durante el periodo soviético, la publicación de literatura de horror y fantasía no alineada con los valores del realismo socialista era difícil, lo que obligó a Golovin a compartir sus traducciones en círculos reducidos y a través del samizdat (publicaciones clandestinas). Con la apertura política y el colapso de la URSS, sus traducciones comenzaron a circular más ampliamente, permitiendo que Lovecraft llegara a una nueva generación de lectores rusos. Sus traducciones y ensayos sobre Lovecraft ayudaron a crear una interpretación única de los Mitos de Cthulhu en la Unión Soviética, donde el horror cósmico se entrelazó con el pensamiento metafísico y la crítica a la modernidad.
La recepción inicial de Lovecraft en Rusia fue mixta: mientras que algunos intelectuales lo consideraban una revelación dentro del género de la literatura de terror, otros lo veían como un escritor demasiado oscuro y poco compatible con la tradición literaria rusa. Sin embargo, gracias al trabajo de Golovin y otros traductores posteriores, Lovecraft se estableció como una influencia clave en la literatura de horror y ciencia ficción rusa contemporánea.
Golovin también analizó su obra. En sus ensayos, sugirió que los Mitos de Cthulhu no solo representaban un horror cósmico irracional, sino que también podían entenderse como una forma moderna de mitología, en la que los Primigenios simbolizaban aspectos ocultos del conocimiento prohibido y la confrontación con lo desconocido.
Desde su punto de vista, Lovecraft no era solo un autor de terror, sino un visionario que capturó la angustia existencial del hombre moderno ante un universo incomprensible. En este sentido, Golovin encontró paralelismos entre la obra de Lovecraft y las tradiciones gnósticas, en las que el conocimiento del mundo real revela su carácter caótico y ajeno a la humanidad.
Con la caída de la URSS en 1991, las obras de Lovecraft comenzaron a traducirse y publicarse ampliamente en Rusia. Actualmente, los Mitos de Cthulhu tienen una presencia significativa en la literatura y la cultura popular rusas. Autores contemporáneos han explorado escenarios en los que los mitos lovecraftianos se combinan con la historia soviética, en relatos que imaginan experimentos secretos del KGB con entidades extradimensionales o la exploración espacial soviética encontrándose con horrores cósmicos.