Han pasado ya doce años desde que comencé esta aventura con este blogs. Doce años que, como bien indica el título de esta entrada, podrían resumirse en «doce años de nada». Es curioso cómo el tiempo puede llevarnos por caminos inesperados, alejándonos de las intenciones originales que tuvimos al comenzar una empresa como esta.
Recuerdo el impulso inicial, la chispa creativa que me llevó a iniciar este proyecto. Quería crear un espacio personal, detallado, donde compartir mis pensamientos, intereses y descubrimientos de una manera única. Recordaba con añoranza un blog anterior que había mantenido en Blogger, donde había logrado cultivar ese estilo más íntimo y personal que ahora parecía haberse desvanecido en el tiempo.
Sin embargo, conforme los años avanzaron, el panorama de internet cambió drásticamente. Los blogs, que alguna vez fueron el epicentro de la expresión individual en línea, cedieron su lugar a las redes sociales. Fue entonces cuando me vi arrastrado por la marea de esta transformación y aterricé en Tumblr.
En Tumblr, encontré un nuevo hogar para mis ideas y mis intereses. Alternaba entre este blog y mi actividad en la red social, compartiendo contenido relacionado con el cine, la literatura y la cultura popular. Parecía que había encontrado el equilibrio perfecto entre mi pasión por la escritura y mi amor por el arte en todas sus formas.
Pero, como suele suceder en el mundo digital, las cosas cambiaron una vez más. Tumblr, que en un momento fue el rey indiscutible de la creatividad en línea, comenzó a perder terreno frente a otras plataformas más modernas y dinámicas. Mis dos tumblrs, uno centrado en el cine y otro en la cultura popular, parecían cada vez más anacrónicos en medio del vertiginoso flujo de contenido de las redes sociales.
Fue entonces cuando decidí fusionar todas mis pasiones en un único espacio: este blog. Comencé a explorar la intersección entre el cine y la literatura, encontrando conexiones fascinantes entre dos formas de arte aparentemente dispares. Este enfoque dio forma al contenido de mi blog durante los últimos años, convirtiéndolo en una amalgama de reseñas de películas, análisis literarios y reflexiones culturales.
Sin embargo, a pesar de esta aparente cohesión temática, mi blog carece de un hilo conductor claro. Mis publicaciones son un collage caótico de ideas y pensamientos, sin un objetivo creativo definido. Es como si hubiera perdido de vista la visión original que me impulsó a comenzar esta aventura en primer lugar.
Pero incluso en medio de esta incertidumbre creativa, hay algo hermoso en la idea de «doce años de nada». Porque, al final del día, este blog no se trata tanto de llegar a un destino específico como de disfrutar del viaje en sí mismo. Cada entrada, cada publicación, es un pequeño fragmento de mi vida, una cápsula del tiempo que captura mis pensamientos, mis pasiones y mis experiencias en un momento dado.
Así que, aunque pueda parecer que he pasado doce años dando vueltas en círculos, en realidad he estado tejiendo un tapiz único y personal que refleja quién soy y cómo veo el mundo que me rodea. Y eso, en última instancia, es lo que hace que este viaje valga la pena.