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Breve Historia Desconocida: Rats pits, Cazadores de ratas.

Breve historia desconocida: Rats pits: Cazadores de ratas.

“¡Ratas! Desafiaban a los perros y mataban a los gatos; mordían se comían los quesos de los moldes y sorbían la sopa del mismísimo cucharón del cocinero; abrían los toneles de sardinas en salmuera, anidaban en los sombreros de paseo de los hombres y hasta estropeaban las charlas de las mujeres, ahogando las voces con chillidos estridentes que cubrían una gama de cincuenta sostenidos y bemoles” Robert Browning

En los países más desarrollados, el cometido del cazador de ratas ya no existe, aunque aún se conserva en lugares como la India. En Europa, mantener estable la población de ratas era una necesidad ya que así se prevenían enfermedades del estilo de la Peste Negra y se evitan daños en el aprovisionamiento de víveres. Aunque estos cazadores de ratas no estaban exentos de riesgos.

Ellos eran los más expuestos a las enfermedades. Cualquier pequeño mordisco de los animales podía ser mortal. Entre ellos también existieron la picaresca y las excentricidades: algunos introducían ellos mismos las ratas en las ciudades para luego exterminarlas y ganarse su jornal; otros practicaban peleas de ratas, enfrentando algunos fieros ejemplares que habían capturado, contra otros; y unos cuantos tuvieron ratas amaestradas, recogidas desde crías y tomadas como mascota.

Breve Historia Desconocida: Rats pits: Cazadores de ratas.

Las ratas eran muy abundantes en la época victoriana. En una ciudad de tamaño medio, las condiciones higiénicas y el agua potable eran muy escasas, así como cundían las enfermedades y los robos estaban a la orden del día. En una sola casa en Londres, un cazador atrapó setecientas ratas. Todo el mundo necesitaba a los cazadores de ratas, y el más famoso en su tiempo fue Jack Black, cazador por la gracia de su majestad la Reina Victoria. Este era un buen negocio, y había mucho dinero que ganar. Las ratas eran un buen negocio. Se podían capturar vivas y después venderse a personas de los bajos fondos, quienes estarían dirigiendo un “rat-pitch” ilegal.

Breve Historia Desconocida: Rats pits: Cazadores de ratas.
Perros contra ratas, diversión en la Inglaterra Victoriana.


Los cazadores de ratas utilizaban un sinfín de técnicas para desarrollar con éxito sus tareas. Capturaban a los bichos con sus propias manos, ponían trampas o utilizaban a perros. Revisaban a fondo los agujeros más oscuros, que siempre eran los favoritos de los roedores, ya que eran personas muy meticulosas. El pago se hacía después, cuando habían acabado con las ratas, y solían cobrar en función del número que habían eliminado.

En aquella época existía el veneno. Cada cazador hacía su propio veneno, con una receta secreta, y podía venderlo en espacios públicos, como mercados, porque por entonces las ratas eran un problema muchísimo más grave que en nuestros días. Solía llevar una jaula con muchas, muchas ratas dentro. Y para probar la eficacia de su veneno casero, cogía a una, le hacía tragar un poco y el público esperaba al desenlace. Pero, matar a las ratas con veneno era muy fácil. Lo que hacía al trabajo uno de los peores de su época era cuando había que atraparlas vivas. Porque, para capturarlas con vida lo hacían con la mano. Los cazadores atraían a las ratas empapándose las manos con una sustancia de olor dulce. Esto implicaba que las ratas les mordían y mucho.

Así pues, como es evidente, muchos cazadores contraían terribles infecciones debido a los mordiscos. Habría que ser un idiota para meter una mano desnuda en una ratonera, los cazadores atrapaban a las ratas de oídas, y nunca sabían lo que habría al otro lado de su mano. En el fondo era bastante terrorífico, pero la necesidad de la época hacía que la gente no tuviera más remedio para poder ganar unas peniques.

Breve Historia Desconocida: Rats pits: Cazadores de ratas.

Así pues aprovechando estas circunstancias, en el Londres de la época Victoriana, llegó a convertirse en uno de los mayores entretenimientos para la población las peleas de animales. En los conocidos Pozos de ratas (Rat-Baiting o Rat- Pits),  un “rat-pitch” era un espacio donde se organizaban peleas ilegales de perros contra ratas, donde la gente apostaba mucho dinero por el número de ratas que podría atrapar el cánido. 

Consistía en introducir a un perro en una fosa infestada de ratas, con el propósito de aniquilar al mayor número posible de éstas. Se tiene constancia de que uno de estos establecimientos, que llevaba a cabo apuestas legales, compraba quinientas ratas a la semana, lo que harían veintiséis mil al año. Fueron unos de los entretenimiento más populares.  Estas diversiones tendrían su punto final en el “acta contra la crueldad animal” decretada en 1835, pero aún así, esta modalidad escapó a la prohibición por ser considerado un juego de apuestas.

Hubo gran cantidad de estos rat-pit por todo el Reino Unido, y especialmente en Londres, donde todas las noches se celebraban estos peculiares eventos donde se efectuaban importantes apuestas. Las normas no eran complicadas. Aunque había diversas modalidades, básicamente ganaba aquel perro que más ratas mataba en menor cantidad de tiempo. Así, se llegaron a calcular que cinco segundos por rata era una media bastante aceptable, y quince ratas por minuto una marca difícil de superar, aunque ya veremos que está marca se superó ampliamente. Para llegar a estos tiempo a los perros se les entrenaba concienzudamente para que sus mordiscos fueran rápidos y letalmente precisos, ya que se daba el caso de las ratas heridas no valían, sólo computaban para el resultado final las totalmente muertas.

Pese a el entrenamiento, los perros también sufrían lesiones en sus enfrentamientos, principalmente a causa de los mordiscos de los rodeadores en hocico y orejas. Se podía llegar al caso de causar lesiones más severas y bastante comunes entre estos perros, era quedarse tuerto. Como en todas las competiciones, también hubo grandes campeones de renombre. El más famoso de todos fue un Bull Terrier de 12 kg, que respondía al nombre de Billy. Quien fue el primer perro en llegar a matar 100 ratas en menos de 6 minutos. Exactamente paró el reloj en cinco minutos treinta segundos, es decir, a una media de 3,3 segundos por rata.

Breve Historia Desconocida: Rats pits: Cazadores de ratas.

Tan sólo hubo otro perro que consiguió hacer de sombra a Billy, este fue un perro llamado Jacko, otro Bull Terrier que consiguió rebajar la marca de las 100 ratas en 2 segundos (5,28 minutos) y también ser el perro en conseguir una media más rápida. Logró acabar con 60 ratas en 2 minutos 42 segundos lo que equivale a 1 rata cada 2,7 segundos. Debido al éxito y a la proliferación de estos espectáculos por todo el país, e incluso en las colonia de ultramar, donde llegaban a morir unas enormes cantidades de ratas cada noche, trajo consigo una gran demanda de estos animales, por lo que no tardaron en aparecer suministradores especializados, los conocidos como Rat-Catcher (Cazadores de ratas).

Breve Historia Desconocida: Rats pits: Cazadores de ratas.

Quien más renombre consiguió entre sus contemporáneos, como ya se ha comentado, fue Jack Black, un peculiar personaje que presumía de tener las mejores y más limpias ratas de campo, eran las preferidas por los criadores de perros, pues sus mordiscos no transmitían enfermedades. Y para demostrarlo no tenía reparos en meter su mano desnuda en una jaula repleta de sus ratas y dejarse morder.

Prueba que los Rat-Catcher menos honestos no se atrevían a realizar. Black se había preparado su propio uniforme con una chaqueta escarlata, un chaleco, unos calzones y un gran cinturón de cuero remachado con formas de ratas hechas de hierro fundido. Henry Mayhew, el escritor, investigador y periodista inglés, escribió sobre él en su obra London Labour and London Pour.

Ahí explicaba que Jack Black estuvo a punto de morir de infección en varias ocasiones debido a los mordiscos que la ratas le habían propiciado. Este cazador de ratas fue un paso más allá y se transformó, también, en criador. Cuando encontraba ejemplares de colores diferentes, de pelajes especiales, los criaba para establecer nuevas variedades de color. Después los domesticaba y los vendía como mascotas.

Sus mejores clientes eran las señoritas de la alta sociedad, que metían a sus nuevas ratitas en jaulas de ardilla. También criaba perros y tuvo un terrier que le ayudaba a dar caza a los roedores. Jack Black era casi tan peculiar como el cuento del Flautista de Hamelín. La fama de Jack-Black entre las clases pudientes fue tal, que llegó vender ratas incluso a la mismísima reina Victoria, quien tenía la extraña afición de tener ratas como mascotas.

Esta tradición entre apuestas y deporte continuó hasta el año 1912,  al menos legalmente, año en el que se celebraron los último Rat-Pit en Inglaterra, ya que finalmente la actividad fue totalmente prohibida y la profesión de Rat-Catcher comenzó a perder sentido hasta que finalmente se perdió

Jayne Mansfield por Peter Bash y Rafael Corteilla.

Jayne Mansfield por Peter Bash.

Peter Basch fue a un fotógrafo de revista y glamour estadounidense. Nació en Berlín, vivió y murió en la ciudad de Nueva York. El cuerpo principal de su trabajo se produjo en los años cincuenta y sesenta.

Jayne Mansfield por Peter Bash.

Jayne Mansfield por Rafael Cortiella.

Rafael Cortiella nació en Barcelona (1931), debutó como historietista en pequeñas editoriales como Ameller y Símbolo, pero ya en 1954 empezó a trabajar para la editorial Bruguera.

Rafael Cortiella enfocó su carrera hacia la ilustración, aunque todavía realizó algunas historietas para «Futuro», también de Cliper, y las novelas gráficas de la editorial Toray.

Jayne Mansfield por Rafael Cortiella.

WormJammers: El por qué de las cosas

WormJammers: El por qué de las cosas.

Un nuevo día daba comienzo, para Cryw no era más que otro día en su existencia. Un día, que como anteriores, no sabría aprovechar, no desearía vivirlo. Pues la vida para él era una continua niñez, un nuevo renacer a cada día. Y cada día que pasaba era un paso más en ese círculo vicioso en el que se había convertido la vida para Cryw.

Al abrir los ojos se encontraba en la oscura habitación en donde vivía, una mísera habitación de unos pocos metros cuadrados que para Cryw le eran más que suficientes. La habitación completamente sumida en sombras lo acogía cada mañana, y desde que se despertaba hasta que por fin se decidía por hacer algo, se podía pasar horas y horas pensando. Por su vieja mente pasaban numerosas ideas, pero en lo que principalmente se debatía era en que estado iba abandonar su lecho. Pero aquel día, a diferencia de los anteriores, no contó con un elemento inesperado en la que era la ecuación de cada día.

La pesada puerta de la habitación cedió bajo el fuerte golpe que le propinó con una pierna izquierda. La puerta hizo su recorrido hasta estallar contra el muro, astillándose en mil y un pedazos. Cryw no tuvo más remedio que mirar hacía la entrada, al mismo tiempo que su cuerpo que ponía en guardia, sintiendo como sus tejidos se alineaban en conjunción perfecta en su propio ser.

Ante él, ocupando la totalidad del marco de la puerta, se hallaba un hombre alto y robusto por igual. Su cabeza sobrepasaba el marco, por ello en el momento en que avanzó un paso hacía la habitación tuvo agachar la cabeza. La luz entrante impedía la perfecta definición del rostro del extraño, pero los motivos al entrar de aquella manera, no eran muy difíciles de adivinar.

Sin que a Cryw le diera tiempo a reaccionar, aquel gigantesco hombre se dirigió a Cryw con voz fuerte, profunda y cargada de un odio seco:

– Acata mis órdenes sin resistencia.

Cryw no podía reaccionar, aquel hombre estaba a menos de dos pasos de ‚l, como si de una montaña se tratase, por un momento no se atrevió a realizar gesto alguno, solo con su mirada buscaba algo, que en aquel momento se le antojaba de vital importancia.

Su mirada se fijó en dos barras de metal, de no más de veinte centímetros de largo cada unas, pero de gran grosor, fabricadas en un material plateado brillante. Estas barras se encontraban en un banco a pocos pasos del camastro donde él se encontraba. Volvió la mirada hacía su atacante, los ojos de este brillaban de una forma muy extraña, como de un color rojizo cargado de odio. Cryw recorrió la habitación con la mirada hasta la barras de metal, los vivos ojos del recién llegado siguieron a los ojos de Cryw. A la misma vez que este alargaba el cuerpo para llegar hacía las barras, el atacante levantó su fornido brazo derecho señalando a Cryw.

A la velocidad de un pensamiento, sin que Cryw descubriera que, y antes de que este llegase a las armas algo le golpeó. De la palma de la mano, como si de una serpiente se trata, dos cadenas de frío metal, cubiertas de la propia sangre de su dueño se alargaron hacia Cryw. Eslabón a eslabón fueron saliendo de la carne de la palma de la mano, como instantes antes había aparecido al exterior de la parte superior del antebrazo y de similar manera a como emergió a la superficie de entre la carne del antebrazo volvió a sumergirse en la carne que rodeaba a la muñeca. Como si de un gusano entre la tierra se tratara, recorría en interior de la carne hasta aparecer por la palma de la mano. Esta doble cadena surcó el aire tan velozmente como el pensamiento cruza la mente, como si de un relámpago se tratase. Las dos gruesas picas, puntiagudas, que tenía en su extremo cruzaron el aire tan fríamente como entraron en la carne de Cryw. Se clavaron a la altura del corazón. De la poderosa fuerza que la movían, el cuerpo inerte de Cryw fue arrojado contra la pared, como un frío trozo de carne muerta. La fuerza de la doble cadena era tanta que incluso el grueso muro no pudo impedir su avance, destrozándolo en mil grietas. Entonces la doble cadena se detuvo en seco, tan súbitamente como había empezado a moverse, lo que hacia menos de un segundo había estado totalmente tensado ahora no era más que un flácido trozo de metal cubierto tanto de sangre como de un líquido viscoso plateado.

«Un pozo tan oscuro como la noche se abre ante mí, tan profundo que no llegas a ver el fondo, ni tan siquiera puedes ver la luz de la entrada. Así es mi vida, caer por un pozo. Lo peor de todo es que tengo que vivir, llevo tanto tiempo viviendo que he olvidado el momento en que empecé‚ en todo esto. No pertenezco a este mundo, quizá s nunca pertenecí, pero no lo recuerdo. Solo sé que permanezco en pie mientras los demás caen unos tras otros, y eso me hace pensar, me hacer sentirme fuera de aquí, preguntándome por qué razón permanezco en este mundo. Intento buscar un por qué.

«¿Por qué?… ¡¿Por qué?!»

El cuerpo de Cryw estaba pegado a la pared, no había señal alguna de que aún pudiera conservar ni un atisbo de vida. En su pecho desnudo dos amplios agujeros, atravesados por la gruesa cadena, señalaba el lugar por donde esta había entrado.

La cadena volvió a tensarse, volvía en moverse pero en este caso en sentido contrario al anterior, se deslizaba a través del muro hacía el cuerpo de Cryw, y de este caía por el suelo a la vez que el brazo derecho de aquel hombre descendía hasta unirse a cuerpo. Durante todo este movimiento la cadena continuaba saliendo de la palma de la mano, sin que su dueño hiciera mueca alguna de dolor.

– Venga. – susurro para sí mismo.

– Venga. – alzó algo más la voz.

-¡Venga!

¡Levántate maldito!

– Eras tú, no podía haberme equivocado, él nunca se hubiera equivocado.

– ¡Levántate! – lanzó al aire con un grito de rabia. Como si aquellas palabras tuvieran un poder oculto, como si indujesen un ansia de vida, los ojos de Cryw. Mirando fijamente a los ojos de aquel hombre, mirando aquellos ojos castaños que recobraba la ilusión a la vez que Cryw iba recobrando la movilidad, la vida. Pues intentó levantarse, con gran esfuerzo por su parte pudo volver a incorporarse. Continuaba mirando fijamente los ojos de aquel hombre, interrogando por una simple cuestión.

– ¿Por qué me atacas, que te hecho? – preguntó a la vez que terminaba de incorporarse con la voz rasgada.

– ¿Es que debe haber alguna razón para él porque de las cosas? ¿Es que no se pueden realizar sin más, sin preguntas, sin intentar comprender por qué? –

– Maldito seas -, le contradijo severamente – Hay una pregunta que siempre machaca mi mente, y es: ¿Por qué está el mundo lleno de idiotas como tú?

– Mala suerte, creo que hoy no tendrás la respuesta. – le respondió irónicamente mientras llevaba su brazo derecho hasta su costado izquierdo.

Sin que a Cryw le diera tiempo reaccionar, aquel extraño hombre dio un fuerte mandoble con su brazo derecho, y como si la cadena fuese parte de ‚l, hizo esta el mismo recorrido, golpeando el pecho de Cryw con tal virulencia que lo seccionó de igual forma que lo hiciera una espada. Pero la cadena no se detuvo ahí sino que con una fuerza casi incontenible golpeó el muro tras el cuerpo de Cryw, haciéndolo caer por completo. Piedra a piedra, aquel muro quedo convertido en una montaña de escombros. Al faltar parte del apoyo la práctica totalidad del techo cayó hacía el suelo cubriendo por entero los restos diseccionados de Cryw.

La cadena ya sin fuerza cayó inerte sobre aquellos escombros mientras su dueño buscaba con la mirada los restos de Cryw. De similar manera a como apareció, la cadena fue introduciéndose en el brazo del hombre hasta que finalmente solo sobresalió las dos picas de los extremos por la palma de la mano.

– Sé que puedes levantarte, se que no puedes morir, ¡no debes! – hizo una pausa un instante, mientras volvía a examinar los escombros.

– Levántate álzate de entre los débiles y mortales, únete a los que como tú poseen el verdadero poder, el único poder como para liderar a los mortales. – volvió a decir al aire, pues nadie se encontraba cerca como para oír sus voces.

– No sé quiénes poseen ese verdadero poder del que hablas, solo sé que has agotado mi paciencia. Si quieres lucha, la tendrás. – dijo una voz, casi ahogada pero con gran fuerza.

De entre los escombros se alzó un una figura gelatinosa, deformada, sin rasgo alguno que la identificase. Una figura en constante movimiento, agitándose de forma incontrolada, como si no fuera más que una masa de barro, barro plateado en constante fluctuación. Ante la mirada de su atacante aquella masa acuosa plateada iba adoptando cada vez una figura más definida. Una figura de aspecto humanoide, aquel líquido plateado poco a poco iba dándole forma a lo que sería un hombre. Tanto brazos como piernas se separaban de resto, formándose como la constitución de un hombre, desarrollando unos abultados músculos. Seguidamente se fue definiendo el tórax al igual que la cabeza se redondeaba cada vez más. Aquella masa viscosa y acuosa formaba por completo la figura de un hombre, aunque de piel plateada, mediría casi tan alto como su rival y en anchura de espaldas podría decirse que lo superaba.

Lo único que no lo hacía asemejarse a un hombre era un rostro con unos rasgos totalmente desfigurados y la piel plateada. Pero en los instantes siguientes a la transformación, el rostro se moldeaba como si manos invisibles lo trabajasen, poco a poco se fueron definiendo tanto la boca como las cuencas oculares, poco después aparecieron la nariz, mejillas y las orejas. Por fin un rostro apareció en la cabeza, era un rostro de un hombre joven pero robusto como era en realidad su cuerpo.

Del cráneo plateado liso en unos pocos segundos aparecieron unos cabellos largo y de un color negro intenso, este cabello calló por la espalda hasta casi tocar el final de la misma. El hombre permaneció de pie casi sin inmutarse, observando como lo que en un principio era una masa viscosa deforme se fue transformando en el grueso y robusto hombre que tenía ante él.

– Veo que estas desarrollando todo tu potencial. Quizá ahora podamos a divertirnos. – le dijo mientras sonreía y alargaba en brazo derecho señalando hacía la figura recientemente formada.

Esta por su parte había cambiado el color de la piel así como la textura, pues esta pasó del plateado viscoso del líquido al marrón rosado suave de la carne.

– Amigo creo que no reirás tanto cuando hallamos acabado. –

Entonces firme mirando hacía su atacante, que le señalaba con el mortífero brazo derecho, alzó ambos brazos hasta la altura del rostro para que su contrincante observara como los antebrazos recuperaban el color plateado. En estado acuoso se estiraron hasta sobrepasar los cincuenta centímetros, adoptando la forma de la hoja de una espada, afilada a ambos lados, de resistente metal.

Con un grito ahogado se abalanzó contra el hombre que tenía enfrente. Este pareció no sorprenderse por la nueva transformación. Observando permaneció mientras se abalanzaba contra él, con las hojas afiladas brillando a la luz del temprano sol cortando el aire preparándose para saborear su carne.

Su brazo derecho continuaba señalando mientras su objetivo se abalanzaba contra él, con un rápido pensamiento la cadena surco el aire, desde la palma de la mano hasta atravesar el grueso pecho de su atacante. La cadena al entrar en el cuerpo hizo que este se inclinase, la cabeza se agachó hasta casi bajar al pecho, mientras el cuerpo era despedido hacía atrás junto con la cadena que continuaba estirándose. Tras el primer empuje consiguió mantener la verticalidad, los dos agujeros abiertos en su pecho se unieron hasta formar uno único, amplio, por el cual seguía atravesando la cadena. Casi de inmediato la hoja de su brazo derecho se transformo de nuevo en una mano que agarró las dos cadenas en el mismo puño. Con un movimiento lateral, abriendo gran parte de su pecho, consiguió dejar a su derecha la cadena, mientras su pecho volvía adoptar la anterior forma.

El dueño de la cadena haciendo un gesto de tirar hacía él intentaba recoger la cadena. Pero al observar a su rival, comprobó como la mano de éste ya no sujetaba ambas cadenas sino que su mano se había convertido una con la cadena. Estaba sujetando la cadena, mejor aún su mano se había unido a la cadena, estaba absorbiendo, tenia aún capacidad para absorber. Su rival estaba a tan sólo tres pasos de él. Atacó, manteniéndose en equilibrio con su pierna derecha levanto su compañera para golpear, pero lo que un inició parecía que iba a ser un golpe al aire se convirtió en un profundo corte en la pierna derecha de su rival. Había conseguido alargar la pierna hasta tocar a su rival, justo ante de golpearlo, como anteriormente hiciera con su mano derecha, la pierna se convirtió en una delgada y afilada hoja de metal que produjo un largo corte que sangraba abundantemente.

Al sentir el agudo dolor en su pierna derecha, con toda su voluntad consiguió mover de nuevo la cadena. Esta golpeo el pecho de quien la sujetaba, al estar este distraído no pudo esquivar el golpe. El fuerte golpe hizo que la cintura y pecho del hombre cedieran hacia atrás varios metros, trasformándose la piel en el liquido plateado viscoso, tanto las piernas como el resto del tórax y la cabeza permanecieron en su lugar, alineadas una encima de la otra.

Se preparó para lanzar un nuevo golpe contra su rival, que tras el golpe inicial aún no había conseguido recuperar su forma. La cadena voló de izquierda a derecha, cortando el aire, con un zumbido según se iba desplazando en el vacío. Cuando la cadena estuvo a pocos milímetros de golpear el cuerpo del hombre, este se desplomó por completo. Pero no como si un hombre cayera sobre tierra, sino que la forma humana pasó a adoptar una forma acuosa similar a la que poseía ante de la primera transformación, y al igual que cae el agua al ser arrojada de un cubo con gran fuerza, de esta misma forma se dejó caer contra el suelo formando un amplio charco de agua plateada. Sin que al dueño de la cadena le diera tiempo reaccionar, observó como el charco se desplazaba a gran velocidad hacía él. Cuando estuvo a menos de un paso de él, el agua plateada del charco comenzó a alzarse, fue adoptando el tórax de un hombre a la vez que alzaba ambos brazos.

A la altura de la cintura de su rival lanzó hacía delante el brazo derecho. El hombre lo miró con terror en los ojos. El brazo se fue acercando al estomago poco a poco, pero r pido como el relámpago, a la vez que se iba acercando, el brazo se iba transformando en una brillante y puntiagudamente afilada cuchilla, que empezó a atravesar el estomago. Milímetro a milímetro se internaba en el intestino de su rival, en un ángulo ascendente, rompía la columna vertebral apareciendo a medía espalda, abriendo la carne, forzándola a abrirse, expulsando al exterior carne y sangre. Totalmente cubierta de sangre, mientras de su extremo goteaba, permaneció la cuchilla apareciendo por la espalda del hombre. En el rostro del herido se reflejaban por igual dolor y terror, su boca permanecía abierta, expulsando sangre, que le caía por la comisura de los labios, los ojos totalmente abiertos como si observasen más allá de todas las cosa.

Por fin extrajo su brazo del estomago de aquel hombre, mientras el cuerpo caía. Él fue recomponiendo su cuerpo hasta volver a ser el un hombre robusto y en mayor o menor medida normal. Con esta forma abandonó el lugar en ruina, en medio de un gran charco de sangre bermeja permanecía el cuerpo de su rival tendido. En su brazo derecho permanecía fuera la cadena, que estaba totalmente extendida e inerte a través de los escombros.

Mientras, en la lejanía, Cryw se marchaba sin mirar a atrás. La cadena volvía a serpentear.

Publicado originalmente el 18 de enero de 2004 en WormHole CiFi.com
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El hombre en el interior del Xenomorph

El hombre en el interior del Xenomorph

Bolaji Badejo aterrizó en Londres para estudiar diseño gráfico. Nanural de Lagos, Nigeria, Badejo tomaba una cerveza en el mismo pub donde Peter Archer, director de producción de la película dirigida por Ridley Scott entró a por otra, desesperado ante la dificultad de encontrar un actor capaz de enfundarse el traje de su principal protagonista en «Alien», el del propio monstruo.

Allí estaban: dos metros y dieciocho centímetros de esquelético estudiante, ideales para ser el alma del Alien de Scott. Morfología casi única, de larguísimas piernas de este hijo de etíopes que, en realidad, jamás volvió a trabajar en el cine.

En parte porque el diseño del extraterrestre daba para pocas alegrías, calor y claustrofobia a partes iguales, costillas reales de animales muertos golpeando el cuerpo y trozos de preservativos para los labios y la mandíbula retráctil del monstruo.

Hasta que hallaron a Badejo, Scott se había recorrido buena parte de los equipos de baloncesto del planeta para encontrar a alguien para hacer el papel. Estaban al borde de tirar la toalla y modificar el disfraz. Una vez incorporado, el estudiante hubo de hacer alguna clase de interpretación y, aunque fue el único actor capaz de enfundarse el traje completo, no es él el que interpreta al monstruo en la mayoría de las escenas, toda vez que en buena parte de ellas solo es un brazo o la cabeza lo que aparece en pantalla, lo que no requería de su extraordinaria altura y fisonomía.

Bolaji falleció, y su muerte dio para alguna especulación. Como la que corrió durante años sobre su negativa a trabajar más en el cine tras la mala experiencia dentro de aquel traje. Pero lo cierto es que él mismo dijo en una entrevista a Cinefantastique que «si llega otra película» sus estudios podían quedar aparcados sine die.

Fotonovelas de series de los 70′s

Fotonovelas de series de los 70′s.

La fotonovela está relacionada con el cómic y el cine. Con el primero comparte muchas similitudes gráficas y estructurales: la página está dividida en viñetas, los diálogos aparecen en bocadillos, etc.También es muy importante su parentesco con el cine, especialmente en las publicaciones que reivindican una cierta calidad editorial y recurren a procedimientos pensados para que la historia resulte más dinámica y moderna: juego con diferentes planos, campo/contracampo, noche americana, etc.