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Vademécum de Her Doktor: El Barón contra los Demonios (2006)

Vademecum de Her Doktor: El Barón contra los Demonios (2006)
El Barón contra los Demonios (2006) Ricardo Ribelles
Vademecum de Her Doktor: El Barón contra los Demonios (2006)
El Barón contra los Demonios (2006) Ricardo Ribelles
Vademecum de Her Doktor: El Barón contra los Demonios (2006)
El Barón contra los Demonios (2006) Ricardo Ribelles
Vademecum de Her Doktor: El Barón contra los Demonios (2006)
El Barón contra los Demonios (2006) Ricardo Ribelles
Vademecum de Her Doktor: El Barón contra los Demonios (2006)
El Barón contra los Demonios (2006) Ricardo Ribelles
Vademecum de Her Doktor: El Barón contra los Demonios (2006)
DVD japonés de El Barón contra los Demonios (2006) Ricardo Ribelles

Vademecum de Her Doktor: El Barón contra los Demonios (2006)

Ideado inicialmente como serial cinematográfico clásico, en un principio se rodó un primer corto estrenado en Sitges en 1996 llamado Exorcio Deus Machine: La misión. El largometraje posterior fue elaborado artesanalmente durante los últimos ocho años y parcialmente rodado en escenarios de Tenerife. Dado lo artesanal del proceso de filmación, algunos efectos tardaron semanas en elaborarse. Su responsable quería que la textura digital fruto de la animación por ordenador no se notase por preservar el aspecto añejo de la estética retro-futurista de la película.

Director: Ricardo Ribelles.

Nacionalidad: Española

Película que deja sabor agridulce. Para dejarlo claro desde el principio, esta película es mala no sólo por su bajo presupuesto, que es perdonable, sino por la historia en sí, que deja mucho que desear y en ocasiones aburre.

Es una pena porque sus aspectos positivos son incluso sorprendentes para una producción española. Por ejemplo, el mundo creado por su autor está lleno de detalles y matices que bien se pueden consultar más detenidamente en la página web de la película. Cada personaje, aunque aparezca unos segundos en pantalla tiene un transfondo trabajado y encajable en la cronología del siglo XXI creada para esta historia. Los efectos especiales, bastante artesanales, son por veces muy atractivos por otras algo patateros. La música que no está mal del todo, se usa en exceso convirtiéndose en cansina. Excepto por el uso (cuántas veces me encuentro con esto últimamente) de la obra de Wagner “El crepúsculo de los dioses”, que siempre es bienvenido.

El guión tiene la complejidad de un cómic serio pero es quizás algo recargado para una película. La narrativa es uno de sus peores defectos, ayudado por las carencias interpretativas de sus actores, evitando en todo momento escenas que requieran cualquier gesticulación que vaya más allá que mantener el ceño fruncido o poner cara de “cantar las cuarenta”.

Los belfianos tienen un diseño estupendo, que no sé por qué me recordaron a “El quinto elemento”. El tema de los mutantes pasa algo desapercibido, incluyendo algunos otros agujeros argumentales que merecían más detenimiento, como el personaje de Alexander.

En conjunto le falta toda la parte artística. Por poner un ejemplo del estilo, un capítulo de “La bola de cristal” tenía más sensibilidad con la imagen y las palabras que esta producción. Es una pena, porque se nota que había cariño en la realización, y es un proyecto que estaba dando tumbos desde 1995. Pasará a la historia del sci-fi español pero creo que era bastante mejorable.

Her Doktor

Al Borde del Spoiler: El hombre anfibio (1961)

Al Borde del Spoiler: Aleksandr Románovich Beliáyev - El hombre anfibio
Al Borde del Spoiler: Aleksandr Románovich Beliáyev - El hombre anfibio
Al Borde del Spoiler: Aleksandr Románovich Beliáyev - El hombre anfibio
Al Borde del Spoiler: Aleksandr Románovich Beliáyev - El hombre anfibio
Al Borde del Spoiler: Aleksandr Románovich Beliáyev - El hombre anfibio

Al borde del Spoiler: El hombre anfibio

El melodrama “El Hombre Anfibio” (Человек-амфибия) (1961), filmado por los directores Vladimir Chebotarev y Gennady Kazansky en 1961, basado en la novela de Alexander Belyaev, que supuso la base de esta legendaria película.

La película nos emplaza a Buenos Aires (el rodaje se realizó en la bahía de Laspi, en Crimea). Un científico brillante salva la vida de un niño y le trasplanta las agallas. Ichthyander (Vladimir Korneev) puede vivir tanto en la tierra como debajo del agua.

Pasan los años y el niño se convierte en un hermoso joven, pero la existencia de un ser, mitad hombre mitad pez, no pasa desapercibida: los rumores sobre el demonio marino que habita en las aguas locales comienzan a expandirse por la ciudad. El empresario emprendedor Pedro Zurita (Mikhail Kozakov) decide atrapar a la extraña criatura y ganar dinero con ella. Mientras,  el «demonio del mar» (Ichthyander), vive tranquilamente en la casa de su padre adoptivo, evita a las personas y hace amistad con los delfines. La situación cambia cuando el joven salva a una hermosa chica  que está a punto de ahogarse (Anastasia Vertinskaya) y se enamora de ella sin remedio.

El autor de la novela, Aleksandr Románovich Beliáyev (Smolensk, 4 de marzo (jul.)/ 16 de marzo de 1884 (greg.) – Pushkin, 6 de enero de 1942) fue un escritor ruso de ciencia ficción.

Su trabajo durante los años 1920 y 1930 le valió muchos premios y la crítica lo llama aún hoy, el Julio Verne ruso. Este escritor soviético abarcó sin embargo una mayor variedad de temas, incluso aquéllos que Verne no consideraba científicos, como la telepatía y la levitación.

De niño se lastimó la columna vertebral al caer después de haber trepado a un tejado. En su veintena, a menudo convaleciente, leía a Julio Verne, H. G. Wells o Konstantín Tsiolkovski y empezó a escribir novelas.

Estudió derecho y música, fue director de un orfanato, músico de orquesta, escenógrafo, periodista, inspector de policía, bibliotecario, jefe del departamento jurídico de un ministerio. Y en 1925, decidió dedicarse enteramente a escribir. Toda la obra de Beliáyev es un ejemplo de seriedad y minuciosidad científicas, aunque de cuando en cuando asoma en él un notable poeta lírico.

En 1928 Alexander Belyáyev publicó la novela “El hombre anfibio”, la historia de Ijtiandre, un joven a quien siendo niño le trasplantaron las branquias de un tiburón. Según el argumento, Ijtiandre pasaba mucho tiempo en el mar con un fino traje ceñido al cuerpo, aletas, guantes y gafas de gruesos cristales. Hoy en día este equipo resultará familiar a todo aquel que se dedique al buceo, el surf o la caza submarina. Los trajes de buceo modernos de neopreno, parecidos a una segunda piel y que conservan la temperatura, empezaron a aparecer en los años 50 en EE UU. En 1962, los directores Vladimir Chebotaryov y Gennadi Kazansky rodaron una película homónima que obtuvo un gran éxito en la URSS.

A la edad de 32 años contrajo tuberculosis ósea, y tuvo que pasar seis años en cama. La enfermedad se agravó varias veces, y Beliáyev, al fin, no pudo sobrevivir a las penurias de la guerra, murió cerca de Leningrado durante el cerco nazi. Su esposa y su hija fueron llevadas por los nazis a Polonia.

Al Borde del Spoiler: El coloso de Nueva York (1958)

El coloso de Nueva York (1958)

En este cruce entre «Tobor the Great» y «Donovan’s Brain«, Nueva York vuelve a ser amenazada por una criatura mortífera, un gigante de hierro controlado por un cerebro diabólico. Una de esas birrias monumentales que no podemos dejar de ver, sobre todo cuando es Martin Ross (Jim West) quien le da vida al monstruo y persigue a una Mala Powers en camisón vaporoso. ¡Aplastante!

Jeremy Spensser es un científico brillante cuyas investigaciones están a punto de erradicar el hambre en el mundo. Cuando muere en un estúpido accidente, su padre, un neurocirujano de renombre, implanta su cerebro en un robot concebido por su otro hijo, un especialista en electrónica. Pero la operación tendrá consecuencias inesperadas…

Al Borde del Spoiler: They live (Están vivos) (1988)

Al Borde del Spoiler: They live (Están vivos) (1988). John Carpenter

John Carpenter escribió el guion bajo el pseudónimo de Frank Armitage. La película está basada en un relato de 1963 de Ray Nelson titulado «Eight O’Clock in the Morning.»

Al Borde del Spoiler: They live (Están vivos)(1988)
Al Borde del Spoiler: They live (Están vivos)(1988)
Al Borde del Spoiler: They live (Están vivos)(1988)

Al final del espectáculo, el hipnotizador les dijo a los hipnotizados: “Despertad”.

Algo extraordinario sucedió.

Uno de los hipnotizados despertó del todo. Esto nunca había sucedido antes. Su nombre era George Nada y parpadeó entre el mar de caras en el teatro, al principio sin ser consciente de nada fuera de lo habitual. Entonces observó, moteadas aquí y allá en la multitud, las caras no humanas, las caras de los fascinadores. Habían estado allí todo el tiempo, claro, pero sólo George estaba realmente despierto, así sólo George les reconoció por lo que eran. Lo entendió todo en un instante, incluyendo el hecho de que si él iba a dar alguna señal al exterior, los fascinadores inmediatamente le ordenarían regresar a su estado anterior, y él obedecería.

Dejó el teatro, saliendo afuera, a la noche de neón, evitando cuidadosamente cualquier indicación de que veía la carne verde y reptiliana o los múltiples ojos amarillos de los dominadores de la Tierra. Uno de ellos le preguntó: “¿Tienes fuego, socio?”. George le dió fuego, y luego siguió su camino.

De vez en cuando, a lo largo de la calle George veía los carteles colgantes con fotografías de los múltiples ojos de los fascinadores y varias órdenes impresas bajo ellos, tales como, “trabaja ocho horas, juega ocho horas, duerme ocho horas” y“cásate y reprodúcete”. Un TV en la ventana de una tienda captó el ojo de George, pero él miraba aparte, a la señal de la hora. Cuando no miraba al fascinador en la pantalla, podía resistir la orden, “sigue sintonizado esta emisora”.

George vivía solo en una pequeña pensión, y tan pronto como llegó a casa, lo primero que hizo fue desenchufar el TV. Aunque podía oír en otras habitaciones los TV de sus vecinos. La mayoría del tiempo las voces eran humanas, pero de vez en cuando oía los arrogantes graznidos extraños como de pájaro, de los extraterrestres. “Obedece al gobierno”, decía un graznido. “Somos el gobierno”, decía otro. “Somos tus amigos, tu harías cualquier cosa por un amigo, ¿no?”.

“¡Obedece!”
“¡Trabaja!”

Repentinamente sonó el teléfono.

George cogió el teléfono. Era uno de los fascinadores.

– “Hola”, graznó. “Soy su control, el Jefe de policía Robinson. Usted es un hombre viejo, George Nada. Mañana por la mañana a las ocho en punto, su corazón se parará. Por favor repita”.
– “Soy un hombre viejo”, dijo George. “Mañana por la mañana a las ocho en punto, mi corazón se parará”.

El control colgó.

“No, no lo hará”, murmuró George. Se preguntó porqué le querían muerto. ¿Sospechaban que estaba despierto?. Probablemente. Alguien podría haberlo notado, haber observado que no respondía de la misma manera que los demás. Si George estaba vivo un minuto después de las ocho del día de mañana por la mañana, entonces ellos lo sabrían seguro.

“Es absurdo esperar aquí el fin”, pensó.

Salió fuera de nuevo. Los carteles, la TV, las ocasionales órdenes de los extraterrestres que aparecían no parecían tener una fuerza absoluta sobre él, aunque todavía se sentía fuertemente tentado a obedecer, a ver las cosas de la manera que su amo quería que las viera. Pasó un callejón y se paró. Uno de los extraterrestres estaba solo allí, apoyado en la pared. George caminó hacia él.

“Sigue tu camino”, gruñó la cosa, enfocando sus letales ojos en George.

George sintió vacilar su autodominio. Por un momento, la cabeza reptiliana se disolvió dentro de la cara de un amable viejo borracho. Por supuesto, el borracho era amable. George cogió un ladrillo y lo estrelló contra la cabeza del viejo borracho con toda su fuerza. Por un momento, la imagen se emborronó, luego la sangre azul-verdosa salió de la cara y el lagarto cayó, encogiéndose y retorciéndose. Un momento después estaba muerto.

George arrastró el cuerpo dentro de las sombras y lo tanteó. Había una pequeña radio en su bolsillo y un cuchillo curiosamente tallado y un tenedor en otro. La pequeña radio decía algo en un idioma incomprensible. George la puso al lado del cuerpo, pero se quedó con los utensilios de comer.

“Posiblemente no pueda escapar”, pensó George. “¿Por qué combatirlos?”

Pero quizá él podía. ¿Qué si él podía despertar a otros? Podría valer la pena intentarlo. Caminó doce manzanas hacia el apartamento de su novia, Lil, y llamó a la puerta. Ella salió a la puerta en albornoz.

– “Quiero que despiertes”, dijo él.
– “Estoy despierta”, dijo ella. “Venga entra”.

Él entró. El TV estaba funcionando. Él lo apagó.

– “No”, dijo él. “Quiero que despiertes de verdad”. Ella le miró sin entender, así que él chasqueó los dedos y gritó, “¡Despierta!. ¡Los amos te ordenan que despiertes!”
– “¿Estás majareta, George?” preguntó ella suspicazmente. “Estás comportándote realmente raro”. Él la abofeteó. “¡Lárgate!” gritó ella, “¿Qué demonios pretendes?”.
– “Nada”, dijo George, vencido. “Solamente estaba bromeando”.
– “¡Abofetearme no fue bromear!” gritó ella.

Alguien llamó a la puerta. George la abrió. Era uno de los extraterrestres.

“¿No pueden bajar el ruido al de un grito débil?”, dijo.

Los ojos y la carne reptiliana se desvanecieron un poco y George vió la vacilante imagen de un hombre gordo de edad media en mangas de camisa. Todavía era un hombre cuando George le cortó el cuello con su cuchillo de cocina, pero era un extraterrestre antes de caer al suelo. Le arrastró dentro del apartamento y cerró la puerta de una patada.

– “¿Qué ves allí?” le preguntó a Lil, señalando a la cosa-serpiente de muchos ojos en el suelo.
– “Señor…Señor Coney”, susurró ella, con los ojos muy abiertos por el horror. “Tú… le has matado, como si no tuviera importancia en absoluto”.
– “No grites”, avisó George, avanzando hacia ella.
– “No lo haré George. Juro que no lo haré, sólo por favor, por el amor de Dios, suelta ese cuchillo”. Ella retrocedió hasta que sus hombros presionaron la pared.

George vió que era inútil.

– “Voy a atarte”, dijo George. “Primero dime en qué habitación vivía el señor Coney”.
– “La primera puerta a tu izquierda según vas hacia las escaleras”, dijo ella.“Georgie… Georgie. No me tortures. Si vas a matarme, hazlo limpiamente. Por favor, Georgie, por favor”.

La ató con las sábanas de la cama y la amordazó, luego buscó el cuerpo del fascinador. Allí había otra de las pequeñas radios que hablaban un idioma extranjero, otro conjunto de utensilios de comer, y nada más.

George fue a la puerta de al lado. Cuando llamó, una de las cosas-serpiente respondió:

– “¿Quién es?”.
– “Amigo del Señor Coney. Quiero verle”, dijo George.
– “Salió durante un segundo, pero regresará”. La puerta se abrió con un crujido, y cuatro ojos amarillos se asomaron. “¿Quiere entrar y esperar?”
– “Vale” , dijo George, no mirando a los ojos.
– “¿Estás solo aquí?” preguntó él mientras ese ser cerraba la puerta, dándole la espalda a George.
– “Sí, ¿por qué?”

Él le cortó la garganta desde atrás, luego buscó por el apartamento. Encontró huesos y calaveras humanas, una mano medio comida. Encontró depósitos con unas enormes y gordas babosas flotando en ellos.

“Las crías”, pensó, y las mató a todas.

Había armas también, de un tipo que nunca había visto antes. Descargó una accidentalmente, pero afortunadamente no hacía ruído. Parecía disparar pequeños dardos envenenados. Se guardó en el bolsillo el arma y tantas cajas de dardos como pudo y volvió a la casa de Lil. Cuando ella le vió, se retorció de terror.

“Relájate, cariño” dijo él, abriendo su bolso. “Sólo quiero tomarte prestadas las llaves de tu coche”.

Cogió las llaves y bajó por las escaleras a la calle. Su coche estaba todavía aparcado en la misma área general en la que ella siempre lo aparcaba. Lo reconoció por la abolladura en el guardabarros de la derecha. Entró, arrancó, y comenzó a conducir sin rumbo fijo. Condujo durante horas, pensando desesperadamente buscando alguna salida. Encendió la radio del coche para ver si podía encontrar algo de música, pero no había nada excepto noticias y eran todas sobre él, George Nada, el maníaco homicida. El locutor era uno de los amos, pero sonaba un poco atemorizado. ¿Por qué debería estarlo? ¿Qué podía un hombre hacer?.

George no estaba sorprendido cuando vió el control en la carretera, y paró en una calle lateral antes de llegar. Ningún viajecito a la trena para ti, Georgie tío, se dijo a sí mismo.

Ellos habían descubierto lo que había hecho en la casa de Lil, así que estarían probablemente buscando el coche de Lil. Lo aparcó en un callejón y tomó el metro. No había extraterrestres en el metro, por algún motivo. Quizá tenían demasiada clase para tales cosas, o quizá era sólo porque era tan tarde de noche.

Cuando finalmente uno montó, George salió. Salió a la calle y fue a un bar. Uno de los fascinadores estaba en la TV, diciendo una y otra vez, “somos vuestros amigos. Somos vuestros amigos. Somos vuestros amigos”. El estúpido lagarto sonaba atemorizado. ¿Por qué?. ¿Qué podía un hombre hacer contra todos ellos?.

George pidió una cerveza, entonces repentinamente le impactó la idea de que el fascinador en el TV no parecía tener ya ninguna fuerza sobre él. Lo miró de nuevo y pensó, “tiene que creer que puede dominarme para hacerlo. La más ligera señal de miedo de su parte y la fuerza de hipnotizarme se ha perdido”. Ellos mostraron la foto de George en la pantalla del TV y George se retiró a la cabina telefónica. Llamó a su control, el jefe de policía.

– “Hola, ¿Robinson?” preguntó él.
– “Al habla”.
– “Soy George Nada. He descubierto cómo despertar a la gente”.
– “¿Qué? George, no cuelgue. ¿Dónde está?” Robinson sonaba casi histérico.

Colgó, pagó y dejó el bar. Probablemente rastrearían su llamada. Cogió otro metro y fue al centro de la ciudad. Estaba amaneciendo cuando entró en el edificio más grande de los estudios de TV de la ciudad. Consultó al portero del edificio y luego subió en el ascensor. El policía delante del estudio le reconoció. “¡Eh, usted es Nada!” masculló.

A George no le gustó dispararle con el arma de dardos envenenados, pero tenía que hacerlo. Tuvo que matar a varios más antes de entrar en el estudio, incluyendo todos los técnicos que había. Había un montón de sirenas de la policía fuera, gritos excitados, y pasos que corrían por las escaleras. El extraterrestre estaba sentado delante de la cámara de TV diciendo: “Somos vuestros amigos. Somos vuestros amigos”, y no vió a George entrar. Cuando George le disparó con el arma de agujas, él simplemente se paró a mitad de frase y se quedó sentado allí, muerto. George se quedó cerca de él y dijo, imitando el graznido del extraterrestre, “¡Despertad. Despertad. Miradnos como lo que somos y matadnos!”.

Fue la voz de George la que la ciudad oyó esa mañana, pero fue la imagen del fascinador, y la ciudad despertó por primera vez y la guerra comenzó. George no vivió para ver la victoria que finalmente llegó. Murió de un ataque al corazón exactamente a las ocho en punto.

Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (1960)

Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (The Time Machine) (1960)

Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (1960)
Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (1960)
Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (1960)
Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (1960)
Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (1960)
Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (1960)
Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (1960)
Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (1960)
Al Borde Del Spoiler: La máquina del tiempo (1960)

Novela de ficción del escritor británico Herbert George Wells, publicada por primera vez en Londres en el año 1895 por William Heinemann. Consta de dieciséis capítulos y un epílogo. Está basada en la teoría del Eternalismo.

Al contrario que Julio Verne, padre del detalle y la explicación minuciosa, Wells describe (a propósito) la máquina de modo superficial y a la ligera, con algunas pinceladas de color (como cuando comenta que tenía partes de metal, cristal de roca y marfil), que dejan al lector con curiosidad por saber más del invento y su mecanismo. Fue la primera novela de uno de los considerados como padres de la ciencia ficción y, con su mezcla de aventuras y doctrina social y política, alcanzó un notable éxito, contribuyendo así a la estabilidad de Wells, que a partir de ese momento pudo dedicarse plenamente a la escritura. Una parte del libro, la que versa sobre la explicación del invento y en la que se discute sobre la cuarta dimensión, fue publicada en el año 1893 en el Henley’s National Observer.

El escritor desarrolló el resto de la novela, que trata de las aventuras del Viajero a través del Tiempo en el futuro dos años después, tarea que le llevó escasos quince días. Con esta obra, Herbert George Wells inauguraba la temática del viaje a través del tiempo, si bien el autor no entra en las paradojas temporales, ya que en La máquina del tiempo prima la finalidad moralizadora.

El relato de H.G. Wells ha sido objeto de al menos cinco adaptaciones cinematográficas y para televisión. Entre las adaptaciones llevadas al cine destacan la realizada en el año 1960 por George Pal bajo el mismo título La Máquina Del Tiempo, conocida como El tiempo en sus manos en España, interpretada por Rod Taylor.

También merece la pena subrayar la realizada por Simon Wells, descendiente del escritor, titulada La máquina del tiempo en el año 2002, con excelentes adaptaciones musicales e instrumentos de inicios del siglo XIX.

Al Borde del Spoiler: Il tunnel sotto il mondo (1969)

Al Borde del Spoiler: Il tunnel sotto il mondo (1969). Luigi Cozzi.

Luigi Cozzi dirigía en 1969 esta película de ciencia ficción, basada en el relato “El túnel debajo el mundo” (The Tunnel Under the World) de Frederik Pohl, con guion de Alfredo Castelli y Tito Monego.

Al Borde del Spoiler: Il tunnel sotto il mondo (1969)
Al Borde del Spoiler: Il tunnel sotto il mondo (1969)
Al Borde del Spoiler: Il tunnel sotto il mondo (1969)
Il tunnel sotto il mondo (1969) Luigi Cozzi

La historia cuenta como un hombre despierta todas las mañanas tras sufrir la misma pesadilla. En ella, alguien le dispara con un rifle desde la elevada torre de un reloj. Un día, mientras pasea por una zona apartada, un par de de individuos intenta atacarle cuando, por sorpresa, un extraño personaje abre fuego contra los asaltadores.

Interpretada por Alberto Moro, Anna Mantovani, Bruno Salviero, Gretel Fehr, Isabel Karalson, Lello Maraniello. Y dirigida por Luigi Cozzi que es identificado como uno más de los muchos artesanos italianos que consagraron buena parte de su carrera a expoliar, con más cara que vergüenza, aquellos títulos que gozaban de una mayor popularidad en cada época. Suyos son títulos como “Starcrash, choque de galaxias” o “El desafío de Hercules”.

Está película es su debut en el cine como director, lleva a la pantalla “El túnel debajo del mundo” (The Tunnel Under the World), relato corto de Frederik Pohl en el que, bajo las formas de una fábula futurista, el escritor norteamericano daba su particular visión del mundo de la publicidad, industria que, al igual que Cozzi, conocía de primera mano tras haber trabajado en ella algunos años. Se trata de un buen relato, en el que la trama confunde al lector. Hay varias pistas que pueden conducir a la explicación de lo que ocurre, y algunos pasajes parecen haber inspirado obras posteriores como Dark City (1998) Alex Proyas. Pese a ello, el final consigue resultar sorprendente e imaginativo.

La historia comienza un 15 de junio de un año indeterminado. Guy Burckhardt se despierta de una pesadilla y comienza su jornada habitual camino de la industria química en la que trabaja. El día transcurre con la sensación de que todo es extraño, diferente, sin que se puede concretar por qué.

El día siguiente amanece… siendo 15 de junio. Guy Burckhardt se despierta de una pesadilla y comienza su jornada habitual sin recuerdos del día anterior. Poco después de despertarse, en el exterior comienzan a oirse sirenas y, al asomarse a la ventana, él y su mujer ven furgonetas que anuncian por megafonía un determinado tipo de congelador. Ese día termina cuando Guy se queda dormido en el sótano, al que había bajado a buscar algo y en el que le ha vencido una extraña somnolencia.

El día siguiente Guy se despierta en el sótano. Para él es 16 de junio, pero para su mujer es 15. Sale a la calle y observa que es 15 para todos, menos para él. Ese día un extraño hombre, Swanson, contacta con él. Swanson también sabe que los días pasan sin que la gente guarde recuerdos de ello, aunque no sepa darle explicación.

Swanson asegura que existen guardianes y que uno de ellos los ha descubierto. De esta forma, Guy y Swanson se ven envueltos en una huida para tratar de adivinar qué es lo que está pasando.