¿Alguna vez te has preguntado quiénes fueron los pioneros detrás de las controvertidas teorías de la Tierra plana? Bien, déjame presentarte a Samuel Rowbotham y el terraplanismo, una figura clave en la promoción de esta perspectiva alternativa sobre la forma de nuestro planeta.
La Historia de Samuel Rowbotham.
Rowbotham nació en Londres en 1816. Desde joven se mostró piadoso pero rebelde. A los 7 años comenzó a dudar de las ideas de Newton y fue azotado tras tratar de escabullirse de un programa sobre el sistema del universo que se realizó en su escuela. Poco después fue enviado a vivir donde su abuelo paterno que era admirador de Newton. A medida que crecía, Rowbotham estudió la Biblia y encontró en dicho libro la confirmación de sus sospechas astronómicas. Sin embargo, para Rowbotham, la religión no se debía impulsar basándose en una creencia sino demostrándolo científicamente.
Luego leyó ampliamente la literatura científica popular y asistió a conferencias sobre diversos aspectos de la ciencia. En esa época, Rowbotham abrazó las ideas del socialista Robert Owen dando, a veces, conferencias a grupos de owenitas sobre temas científicos demostrando ser un orador talentoso. Rowbotham comenzó como organizador de una comuna owenita en The Fens, donde formuló sus ideas sobre la Tierra. Después de medir la falta de curvatura en las zanjas de drenaje largas y rectas del río Bedford en su primer experimento del nivel del Bedford, se convenció de la planicidad de la Tierra y comenzó a dar conferencias sobre el tema.
Se tomó un poco de tiempo para aprender su oficio, huyendo de una conferencia en Blackburn cuando no pudo explicar por qué los cascos de los barcos desaparecían ante sus mástiles cuando navegaban mar adentro.
Bajo el seudónimo de Parallax, Rowbotham se convirtió en un agitador intelectual, desafiando la noción predominante de que la Tierra es una esfera. Inspirado por las observaciones del mundo que lo rodeaba y motivado por un deseo de explorar las verdades ocultas detrás de la ciencia aceptada, se lanzó a una búsqueda para descubrir la verdadera naturaleza de nuestro planeta.
En un tiempo en que la ciencia y la religión estaban en constante conflicto, Rowbotham adoptó una posición única. Aunque se presentaba como un librepensador, su esfuerzo por desafiar el dogmatismo científico estaba profundamente arraigado en su fe en la infalibilidad de la palabra de Dios en asuntos geográficos y cosmológicos. Esta dualidad en su enfoque lo convirtió en una figura fascinante y controvertida en el mundo intelectual del siglo XIX.
Con una mente aguda y una determinación inflexible, Rowbotham se convirtió en un pilar para aquellos que cuestionaban las verdades aceptadas y buscaban respuestas más allá de los límites de la ortodoxia científica.
La obra más influyente de Rowbotham: «Astronomía Zetética: La Tierra no es un Globo«.
Publicada en 1865, Asstronomía Zetética: La Tierra no es un Globo se erige como un monumento intelectual en la carrera de Samuel Rowbotham. Esta obra trascendental no solo desafía la noción convencional de una Tierra esférica, sino que también propone una visión alternativa radical: la Tierra como un disco plano.
En las páginas de este libro, Rowbotham presenta una serie de argumentos que sacuden los cimientos de la cosmología aceptada. Utilizando observaciones cotidianas y experimentos simples, desafía la explicación tradicional de la gravedad como fuerza que moldea nuestro planeta en una esfera. En cambio, propone una explicación diferente para los fenómenos observados, sugiriendo que la Tierra es un disco plano que se extiende más allá de los horizontes convencionales.
Al rechazar la noción de una Tierra esférica, Rowbotham desafía no solo las creencias arraigadas de su tiempo, sino también los principios fundamentales de la física y la astronomía. Su audaz afirmación de un mundo plano despierta la curiosidad de aquellos que buscaban explorar nuevas fronteras en la comprensión del universo.
Astronomía Zetética: La Tierra no es un Globo no solo es un desafío intelectual, sino también un llamado a la acción para aquellos que se atreven a cuestionar las verdades aceptadas y explorar las posibilidades más allá de los confines de la ortodoxia científica. En las páginas de este libro, Rowbotham invita al lector a un viaje de descubrimiento y exploración.
Samuel Rowbotham fundó la «Sociedad Zetética» en la tumultuosa década de 1860 en Inglaterra, una entidad destinada a promover su controvertida visión de una Tierra plana. Con el objetivo de respaldar su teoría con experimentos y observaciones, Rowbotham buscaba desafiar las nociones establecidas sobre la forma de nuestro planeta.
La Sociedad Zetética, fue un movimiento que buscaba promover una visión alternativa sobre la forma de la Tierra y fomentar la investigación independiente en este campo. La sociedad atrajo a un grupo diverso de individuos interesados en explorar nuevas perspectivas sobre la cosmología. Aunque la Sociedad Zetética logró reunir a un número significativo de seguidores comprometidos, su influencia nunca alcanzó una aceptación generalizada dentro de la comunidad científica de la época.
A pesar de ello, sus miembros llevaron a cabo una serie de experimentos y observaciones destinados a respaldar la teoría de la Tierra plana y cuestionar las concepciones predominantes sobre la forma de nuestro planeta. A través de la Sociedad Zetética, se realizaron mediciones meticulosas y observaciones detalladas, todas diseñadas para desafiar las interpretaciones convencionales de la geografía y la cosmología. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, la sociedad no logró cambiar significativamente la opinión científica dominante de la época.
Aunque enfrentaba una evidente paradoja entre su autoproclamado librepensamiento y su arraigada fe religiosa, Rowbotham no se detuvo en las sutilezas filosóficas. En cambio, se esforzó por transformar su visión del mundo en un paradigma científico, rechazando los mitos convencionales sobre los límites del mundo, como cascadas, abismos infernales y criaturas colosales, considerándolos meras fantasías indignas de la atención de eruditos o fervientes cristianos.
La teoría de Parallax postulaba una Tierra plana, con el hielo antártico como su límite que impedía que los océanos se derramaran. Para él, el anillo exterior antártico no era simplemente una barrera física, sino el umbral entre el mundo conocido y el vacío del espacio. Argumentaba que ningún barco había logrado circunnavegar la Antártida sin perder de vista los hielos, lo que evidenciaba la longitud de la circunferencia del muro exterior congelado.
Estas ideas desafiaban las convenciones náuticas y geográficas aceptadas, sosteniendo que los marinos podían navegar exitosamente debido a que sus mapas eran planos; cualquier intento de navegación basado en una Tierra esférica, según Parallax, conduciría inevitablemente al extravío o al encallamiento en arrecifes.
Fallecido el 23 de diciembre de 1884, el legado de Samuel Rowbotham, aunque ampliamente ridiculizado por la comunidad académica, no desapareció por completo tras su muerte. A pesar de que sus ideas eran consideradas hilarantes por aquellos con una formación sólida en ciencia, encontraron un inesperado refugio en ciertos círculos adinerados del Reino Unido. Algunos de estos seguidores, decididos a mantener viva la llama del terraplanismo, se dedicaron a reeditar sus obras, introduciéndolas incluso en Norteamérica bajo el intrigante título de «Sentido común«.
Curiosamente, la teoría de que el fin de la Tierra es un muro de hielo encontró una recepción especialmente cálida en ciertas comunidades evangélicas, que no solo abrazaron la idea, sino que también la adornaron con nuevas y pintorescas descripciones del supuesto disco terraplanista. A pesar de lo increíble que pueda parecer, las teorías de Parallax han persistido a lo largo del tiempo, encontrando adeptos incluso en la era de internet.
De hecho, la era digital ha dado un impulso renovado a estas ideas, proporcionando a los seguidores de Parallax una plataforma para discutir y promover sus creencias. Las páginas web dedicadas al terraplanismo son un verdadero tesoro de comedia involuntaria, donde se debaten con fervor los detalles más extravagantes de la cosmología terraplanista.
La sugerencia de un gran debate televisado entre los seguidores de Parallax, los defensores de la Tierra plana y los partidarios de la Tierra hueca, plantea una imagen que es tanto intrigante como cómica. ¿Quién sabe qué podría surgir de tal confrontación de ideas? Mientras tanto, podemos ir preparando nuestras palomitas y esperar que alguien recoja el guante para organizar este espectáculo intelectual único.