Hace casi 30 años un joven investigador de la Academia Soviética de las Ciencias inventó el Tetris, un juego del que se han vendido más de 70 millones de copias en todo el mundo e influido la arquitectura, el arte y la música contemporánea. Alexéi Plajitnov tenía entonces 29 años, se dedicaba a desarrollar inteligencia artificial pero su pasión eran el tenis y los puzzles,
Sólo el Super-Mario de Nintendo ha sobrevivido tan bien el paso del tiempo, y sólo el Pac-Man es más anciano que el Tetris de entre los videojuegos relevantes y populares.
De hecho, el Tetris suele aparecer votado entre los mejores juegos de la historia, ha sido reconocido con múltiples premios Guinness, causado problemas al personal de abordo en muchos aviones (por no querer parar el juego en aterrizajes) y merecido un documental: ‘Ecstasy of Order: The Tetris Master’ (2011) Adam Carnelius, el cual nos muestra el campeonato del mundo de Tetris organizado en Los Angeles en 2010, narra la evolución del juego desde su invención, entrevista a Plajitnov e investiga la oscura historia del antiguo campeón del mundo de Tetris, Thor Aeckerlund.
Y todo comenzó en 1984, cuando Alexéi Plajitnov recibió el computador Elektronika 60 (copia soviética del norte-americano PDP-11) y empezó a programar en él para desarrollar juegos.
El interés por los puzzles le llevó a los pentaminós griegos, una especie de dominó geométrico de cinco cuadros unidos. Del tenis tomó la caída en cascada, la múltiple llegada de desafíos a los que hay que responder. Tras reducir de cinco a cuatro piezas (tetra) las figuras que caen, decidió juntar ambos términos para presentar a la nueva criatura: Tetris (tetrominó + Tenis).
El juego parece simple: bloques de piezas de diferente forma caen hacia abajo, cada vez a más velocidad, lo que complica gradualmente la tarea de encajar las figuras para crear líneas y hacer hueco.
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El resultado lo sabemos: cuadro a cuadro, la adictiva cascada-puzzle fue conquistando el mundo. Por cierto, durante los años 80 algunos políticos denunciaron que tras el Tetris se escondía una estrategia de la URSS para expandir adiciones psicológicas entre los jóvenes norteamericanos.
Para Emeli, nacida en Gotemburgo y residente en Berlín, el Tetris es una metáfora de la vida. Ya cuando empezó a jugar, hace quince años, pensaba que si iba poniendo en orden las tareas que le llegaban acabaría resolviendo todos sus problemas, para ello sólo tenía que encajar las piezas en su lugar. Con los años se dio cuenta que las tareas y problemas caían cada vez más deprisa, y con la aceleración tenía menos tiempo para pensar y girar las figuras, por lo que se le iban acumulando y acumulando.
Más tarde intentó marcar su propio ritmo, viendo que no podía vencer a la máquina del mundo. Por último, Emeli se dio cuenta de que el Tetris también era una metáfora de las relaciones humanas… e incluso de los cuerpos, ya que unas personas encajan mejor que otras, dependiendo de las formas y los ángulos, más que de las esencias.
No obstante, siempre hay una regla que no podemos quebrar: si las líneas llenan la pantalla se acaba el juego.
Allá por 1984, Plajitnov recibió la ayuda de otro investigador de la Academia de las Ciencias Soviética, Dmitry Pavlovski, y de un estudiante de 16 años, Vadim Gerasimov, ambos interesados por los algoritmos de encriptación de MS-DOS y por los flamantes IBM PCs.
El proyecto inicial era de crear juegos para el nuevo computador. El primero fue ‘Ingeniería genética’, un prototipo de Tetris en el que el tetrominós se encajaba por medio de cursores. Desarrollaron el juego y empezaron a distribuirlo, básicamente a través de amigos y regalándolo, lo que al parecer dio cierta fama a Plajitnov en Moscú pero ningún dinero.
A finales de 1985 llevaron el Tetris a MS-DOS. En julio de 1986 fue presentado en Budapest, donde programadores húngaros lo prepararon para el Apple II y el Commodore 64.
Allí llamó la atención de Robert Stein, presidente de la compañía británica de software Andromeda. Stein contactó Pajitnov y comenzó las negociaciones para hacerse con los derechos de propiedad del juego; entre tanto llegó a un acuerdo con Microsoft para su futura distribución comercial.
Tras las dificultades para cerrar un trato con Alexéi Pajitnov (el cuál no tenía experiencia ‘capitalista’ alguna), Stein piensa en contactar a los programadores húngaros y reconocerles a ellos como inventores.
Sin embargo, la televisión CBS entrevistó a Pajitnov y lo presentó como el inventor del juego. La entidad soviética ELORG (Elektronorgtekhnika) retomó pues las negociaciones con Stein y al final llegaron a un acuerdo sobre los derechos de propiedad del juego. No obstante, estos desencuentros y demandas sólo serán los primeros en la larga vida del Tetris, ya que cada nueva adaptación (de PC a máquinas tragaperras, y de ahí a Game Boy, etc) conllevará una batalla legal por su comercialización.
Patrice, francés residente en Moscú y entusiasta de los videojuegos, reconoce que gran parte del éxito del Tetris se debe a la adrenalina que produce y a la música. Por cierto, la melodía del Tetris proviene de la canción folclórica rusa ‘Korobeiniki’, basada en un poema de Nikolai Nekrasov en el que cuenta cómo un buhonero besa a Katia y se escapa con ella a un campo de centeno.