Para mí, lo que la gente escribe es como un peso colocado en el suelo. Me basta con acercarme y decidir si seré o no capaz de levantarlo. Si seré capaz de traspasar ese límite. […] Todo se reduce al estilo. Una generación se diferencia de otra por algo tan simple como esto: si en una época se escribe ‘La mañana olía a rosas’, los escritores de la siguiente generación ¡le dan la vuelta! Y resulta algo como ‘La mañana olía a meados’, pero el truco es el mismo, eso no varía. La innovación no es eso”.
Stanislaw Lem
…Lo tomó de la mano.- Vamos a buscarte un café y algo
de comer. Te llevaré a casa. Me alegra verte, muchacho. -Le apretó la mano.
Él sonrió.
Algo se quebró.
Algo se movió en el centro de las cosas. La galería se inmovilizó y vibró… Ella ya había desaparecido. El peso de los recuerdos le cayó entonces encima, todo un cuerpo de conocimientos que se le introducía en la cabeza como un microsoft en un zócalo. Había desaparecido.
William Gibson, Neuromancer (via kirafreaky)
En el libro Las nieves del Kilimanjaro, de Ernest Hemingway; donde el autor estadounidense habla del hallazgo del esqueleto seco y helado de un leopardo, y dice que nadie pudo explicarse nunca qué buscaba el felino por aquellas alturas.
A partir de esta premisa Olga Nikoláievna Lariónova escribe su primera novela, El leopardo de la cumbre del Kilimanjaro, que salió a luz en 1965 en la URSS.
En esta novela presenta una sociedad socialista, que ya se ha adentrado en la exploración de otros planetas. El protagonista tras pasar 11 años a la deriva en una capsula de investigación vuelve a la Tierra, para reencontrase con su amada.
A su regreso descubre que durante su ausencia, científicos hicieron un experimento fallido y en lugar de enviar una nave robótica exploradora a una estrella cercana, se la envía al futuro. La nave encuentra una civilización, la nuestra, y acumula toda la información posible sobre sus miembros. con su regreso descubren que aquel planeta es una proyección del nuestro, y la sonda lo que trae consigo es la fecha de la muerte de cada uno de los habitantes de la Tierra en el momento del lanzamiento. A excepción del protagonista, todos los habitantes saben el día en el que morirán, y es ese momento cuando descubre que a su amada le resta exactamente un año de vida…
Olga Lariónova, en su obra cultiva el campo de la space opera y un estilo que se llegó a denominar, planetary romance. Con una forma de hacer ciencia ficción en femenino donde ya lo más importante no es la idea científica, sino la interiorización psicológica de los personajes, enfrentados a las problemáticas existenciales del amor y la muerte. En sus textos suele tratar los problemas de la ética humana. Utilizando una prosa que es a la vez filosófica, lírica y musical.
Nació en Leningrado, (16 de marzo de 1935), donde pasó el bloqueo durante la Gran Guerra Patria. Allí estudió en Universidad Estatal de San Petersburgo, en la facultad de física y matemática. Trabajó en el Instituto Central de Investigación Científica de Metalurgia y Soldadura. En 2000 se trasladó de San Petersburgo a Moscú.
En 1964 escribió su primer relato ciencia-ficción. En 1967 se hizo escritora profesional. Su primera novela, El leopardo de la cumbre del Kilimanjaro, salió a luz en 1965. A su pluma pertenecen dos ciclos de novelas, numerosas noveletas y cuentos, incluido el ciclo Signos del zodiaco basado en las obras de Mikalojus Konstantinas Čiurlionis.
En sus obras Olga Lariónova trata el problema del contacto con los extraterrestres, pregunta como comprender y como encontrar un idioma común con los seres extraños. Olga Lariónova cultiva el campo de la space opera y planetary romance, lo mismo que de los problemas de la ética humana. Su prosa es filosófica, lírica y musical.
Las mejores obras de Olga Lariónova son los ciclos El Kreg portador de la corona, Laberinto para troglodita. Ha sido galardonada con los premios Premio Aelita (1987) y Premio Peregrino (2001), el paladín de la literatura fantástica.
“It’s the beginning of wisdom when you admit you’ve gone astray.” Shockwave Rider by John Brunner.
John Brunner (1934-1995) autor, “El jinete de la onda de shock”, a pesar de haber sido escrita en 1975, es una descripción sorprendentemente aproximada de algunos aspectos del mundo actual. aparte de ser una de sus obras más conocidas, es un ejemplo perfecto de obra profética olvidada. Escrita en 1975, en ella se describe una sociedad construida alrededor de internet en la que existen gusanos y virus informáticos, tarjetas de crédito virtuales, técnicas de cifrado y anonimato y otros elementos novedosos que caracterizarán ya no sólo el cyberpunk, sino los tiempos actuales.
Por este y otros relatos se puede considerar a Brunner uno de los visionarios más profundos y acertados de la ciencia ficción de la segunda mitad del siglo XX.
El escritor británico fue considerado en su momento como uno de los representantes más destacados de la llamada New Wave (nueva ola) de la literatura de ciencia ficción anglosajona. Dicha nueva ola, también conocida como New Thing, representó una corriente de renovación en el género tanto en los Estados Unidos —con autores como Philip K. Dick, Robert Silverberg, Norman Spinrad, Samuel R. Delany, Roger Zelany, Thomas Disch o Harlan Ellison— como en el Reino Unido —con nombres como J. G. Ballard, Brian Aldiss, Michael Moorcock o el propio Brunner—, que hacían más énfasis en la especulación sociopolítica y en tratar de experimentar con la narrativa y el lenguaje literario, que en contar historias de invasiones alienígenas y óperas espaciales.
Brunner termina el libro con un dilema para el lector, en el que nos pregunta qué votaríamos cada uno de nosotros, a favor o en contra. Plantear lúcidos interrogantes es siempre mejor que vehicular respuestas estereotipadas.
Futurama homenajeó a uno de los más grandes autores literarios de la ciencia ficción mundial.

El día 20 de abril de 1999, en Estados Unidos, la cadena de la Fox emitía el quinto episodio de la primera temporada de “Futurama”, “Fears From a Robot Planet (Temores de un Planeta Robot)” de Ashley Lenz y Chris Sauve.
Fry, Leala y Bender tenían que llevar un paquete al planeta Chapek 9 en una época de convulsión política, los robots cansados de ser meros esclavos de lo hombres habían tomado el mando y declarado la guerra a todo ser humano, nuestros protagonistas tenían que hacerse pasar por máquinas para cumplir su misión.
Los guionistas Evan Gore y Heather Lombard, al igual que ocurría con los demás episodios, trataban argumentos inteligentes, tal vez demasiados ingeniosos, ocasionando que la serie se cancelara en su quinta temporada, sin poder seguir la estela de éxitos de su hermana mayor “The Simpsons”. En este capítulo en concreto, los autores decidieron homenajear al gran escritor checo Karel Capek (Praga, 1890-1938), apellido que en su idioma original se escribe Capek, con el símbolo del triangulo invertido sobre la “C”, y que se pronuncia literalmente “Chapek”.
Capek junto a su hermano Josef habían escrito, en 1920, para teatro la obra “R. U. R.” (Robots Universales Rossum)» acuñando por vez primera en la literatura la palabra “Robot”, término que procede de la palabra checa “robota” que significa trabajo forzado. En esta obra, una parábola de la revolución comunista, los autómatas construidos por el magnate Rossum, y distribuidos por todo el mundo a través de su empresa R. U. R., toman consciencia y se rebelan contra los humanos para exigirles los mínimos derechos que se merecen como obreros, imposible de llegar a un acuerdo, los robots exterminan a la raza humana, y estos nuevos amos toman el mando de su destino.

Como se puede ver, el argumento de “R. U. R.” es el mismo que el del episodio de “Fears From a Robot Planet”. Capek, injustamente, es más famoso hoy día por la utilización de ese termino que por su propia obra, es de agradecer que los autores de “Futurama” lo homenajearan, no sé si el espectador medio norteamericano llegó a darse cuenta el porque de llamarse dicho planeta Chapek 9. Tampoco sé si aquellos, aquí en España, que ponen en un pedestal a Matt Groening fueron conscientes.

January 25th – On this day in geek history in 1921 the play R.U.R. debuted at the National Theater in Prague. Written by Karel Capek R.U.R. stands for ‘Rossum’s Universal Robots’ and it was the first use of the word ‘robot’ to describe an artificial being.
the robots in Capek’s play were made of chemicals, not the the cybermen we’re used. But the basic plot of the play is similar to robot sci-fi stories: the robots become self-aware, they rise up against their human creators, mass hysteria, etc.
Illustration for R.U.R. (Rossum’s Universal Robots) by Karel Čapek, 1920
Karel Čapek´s illustrations from Letters from Spain
En el año 1930 Capek realizó un viaje recorriendo toda la península, quedando maravillado de la cultura que iba encontrando. Todas sus notas y dibujos quedaron plasmados en su libro “Cartas desde España, 1930”, hoy día considerada una de las mejores guías de viajes de la literatura. Pero Capek hizo algo más por la cultura patria, fue el primero en traducir a Federico García Lorca y exportarlo al este de Europa, junto a su hermano Josef hicieron giras por toda la antigua Checoslovaquia representado las obras de Lorca.
La empresa Robots Universales Rossum (RUR) ofrece al mundo androides como mano de obra barata. A petición de la esposa del dueño, el artífice de los robots les confiere alma, haciéndolos capaces de tomar decisiones y de comportarse como personas. Entonces, los androides declaran la guerra a la humanidad…. RUR constituye una obra de teatro legendaria no sólo por haber introducido la palabra robot sino también por su original y fascinante trama. La fábrica de Absoluto es una divertida y reflexiva novela en que el descubrimiento de un motor atómico que produce energía ilimitada genera a su vez espíritu divino, con lo que proliferan los ataques de misticismo y las curaciones milagrosas. Todo acaba degenerando en una devastadora guerra de religiones. Este volumen recoge dos reflexiones sobre los peligros del proceso de la mano del visionario Karel Capek , el mayor autor en lengua checa de la primera mitad del Siglo XX.
Fue el hermano de Karel, Joseph, quien sugirió la palabra “robot” (robota es el término checo para “trabajador” o “siervo”) para designar a las criaturas fabricadas por Rossum, aunque no se tratara de seres metálicos, sino de carne humana, una especie de androides creados a partir de un caldo orgánico quizá más parecido a lo que hoy llamaríamos clones. Por su parte, el nombre de la compañía, «Rossum” es también un juego de palabras con el término checo “rozum”, que significa “razón” o “intelecto”. Así, Rossum “intelecto” fabrica robots, “obreros-esclavos”, una relación binaria equivalente a mente/cuerpo o amo/sirviente.
They learn to speak, write, and do arithmetic. They have a phenomenal memory. If one read them the Encyclopedia Britannica they could repeat everything back in order, but they never think up anything original. They’d make fine university professors.
R.U.R. by Karel Čapek (via karel-capek)