Lois Weber (13 de junio de 1881 – 13 de noviembre de 1939) fue la primera directora en rodar un largometraje estadounidense, El mercader de Venecia, en 1914, así como productora y actriz.
Llegó a ser la directora con mejor sueldo de la Universal en 1916, y la única mujer con un puesto asegurado en la Motion Picture Directors Association. John Ford (La diligencia, 1939, Qué verde era mi valle, 1941, El hombre tranquilo, 1952) llegó a trabajar como ayudante de Weber antes de llevar a cabo sus propias producciones. En 1927, llegó a rodar sin que fuera acreditada los films Topsy y Eva o La fildelidad de una esclava junto con Del Lord, uno de los responsables de Los tres chiflados (1922-1970) y D.W. Griffith, autor de El nacimiento de una nación (1915).
De hecho, la película más taquillera de la Universal en el año 1916 fue una dirigida por Lois Weber y cuya temática era el control de natalidad y el aborto. Where are my children? fue un hito de la industria cinematográfica estadounidense.
Lois siguió sus propios instintos e ideales y rodó una serie de largometrajes que exploraban (por lo general desde una óptica femenina) una serie de temas poco comerciales sobre el aborto y el control de la natalidad como Where are my Children? (1916), la pena de muerte en The People vs. John Doe (1916) o el alcoholismo en Hop, the Devil’s Brew (1916). Todas ellas fueron polémicas y grandes éxitos de taquilla. Mientras parte de la crítica la aclamaba por no rodar películas al uso, otra parte la acusaba de sermonear al espectador con historias morales cuando lo que quería el público era mero entretenimiento.
En 1905 entró a formar parte de la Gaumont Film Company como actriz, y en 1906 se casó con el director de Gaumont, Phillips Smalley. Tres años después interpretó un papel en un film que ella había escrito, Hypocrites, y que fue dirigido por Herbert Blaché, marido de la famosa cineasta Alice Guy (que a su vez fue la primera persona en ser realizadora de una película de ficción).
El primer largometraje dirigido por Lois Weber fue una adaptación de la obra de Shakespeare, El mercader de Venecia, rodada en 1914. A partir de este momento compaginaron la producción de cortos y de largometrajes hasta que un año después fueron contratados por Hobart Bosworth Productions para que produjeran y dirigieran más largometrajes.
Fue en este momento en el que Lois Weber comenzó a hacerse un nombre como directora de cine concienzuda. Una de las películas que rodó para Bosworth tiene el honor de ser la primera en la que en pantalla sale un desnudo completo frontal.
Esa película se tituló Hypocrites, fue rodada en 1915 y ya presenta las características principales de las obras de Weber: cuidado y meticulosidad en el diseño artístico, buena dirección de actores e historias que no sólo tuvieran categoría artística sino que incluyeran un mensaje que moviera conciencias. Hypocrites tocaba temas de carácter social y lecciones de moralidad consideradas muy atrevidas para la época.
En 1916 llegó a ser la directora mejor pagada de Universal Studios, y en 1917 formó su propia productora, Lois Weber Productions. Uno de los filmes más exitosos de Weber en este período fue The Blot (1921), con Claire Windsor y Louis Calhern, uno de los cinco que Weber estreno con Paramount Pictures.
Lois Weber, como actriz y directora, retrató en sus películas la tensión que, a inicios del siglo XX, experimentaron las mujeres que quisieron mantener algunas de las tradiciones victorianas, mientras escuchaban los discursos reivindicativos de la New Woman. Lois Weber supo documentar el surgimiento de una nueva psicología femenina, a partir de visualizar de manera compleja y contradictoria la dificultad de hacerse mujer en la era del progreso.
En la década de 1920 su suerte empezó a cambiar, en 1922 ocurrió algo que significó el comienzo de su declive profesional: ella y Smalley se divorciaron tras casi dos décadas de matrimonio. La relación profesional entre ambos debía ser muy sólida y complementaria, y la separación debió afectar a Weber más de lo que habría imaginado.
Pero también hay que tener en cuenta un factor ajeno a las relaciones personales. A partir de la década de los años 20 del siglo XX, el mundo del cine deja de convertirse en un negocio residual y alternativo para convertirse en una máquina de fabricar dinero. Es en este momento cuando el cine es ya el entretenimiento por excelencia para el público norteamericano. Es entonces cuando la presencia femenina en los puestos importantes de la industria del cine comienza a desvanecerse y el cine se convierte en un negocio masculino.
Poco a poco van desapareciendo las mujeres productoras, directoras y quedan, de modo residual, las guionistas o diseñadoras de decorados o vestuario que, muchas veces, ni siquiera aparecían en los créditos. La presencia femenina en el cine se reduce a la interpretación y al brillo de la femme fatale que habría de marcar el cine hasta bien entrada la década de los 50.
Aun así, Lois Weber siguió dirigiendo largometrajes. Cada vez más espaciados en el tiempo. Seguía escribiendo guiones basados en protagonistas femeninas, lo que le dio fama de descubridora de nuevos talentos interpretativos como Mildred Harris, una de las grandes estrellas del Hollywood silencioso. Sus últimas películas mudas fueron Sensation Seekers y The Angel of Broadway ambas de 1927. Su última película fue White Heat (1934), un drama de amor interracial entre un hombre ambicioso y una nativa hawaiana, rodada en 1934 que tuvo una pobre acogida.
Después de White Heat, Lois Weber no volvió a dirigir. Pasó los últimos años de su vida corrigiendo y revisando guiones para la Universal, la productora a la que había hecho ganar una fortuna. Su papel decisivo en la historia del cine se vio ignorado durante décadas hasta que a principios del siglo XXI su figura comenzó a ser revisada.
A pesar de ser considerada por parte de la crítica como moralista e incluso mojigata por la temática de sus películas, Weber tenía claro que las protagonistas de sus historias no debían ser “muñequitas lindas” presentadas como “arboles de navidad recargados” (en sus propias palabras) sino mujeres inteligentes y con carácter, luchadoras, que deberían enfrentarse al papel que les otorgaban las estructuras sociales patriarcales y las costumbres sexuales de la época.
Las aportaciones más notables de Lois Weber al cine destacan películas como Suspense (1913), cortometraje de diez minutos de duración, en la que la acción se da a veces en acciones paralelas, a veces utilizando la split screen, un único plano segmentado –en este caso en tres triángulos– que enmarca escenas diferentes.
En esta pequeña proeza de suspense, se adivina el placer de la experimentación con el lenguaje cinematográfico, existe una investigación meticulosa del encuadre y la planificación. Es un corto controlado, una proeza de racionalismo en el uso del montaje analítico que visualiza el estilo conciso de Lois Weber. No es, pues, extraño que ella misma hubiese escrito el guion, de la misma manera que fue la guionista de casi todos los films que «a real director should be absolute»
Está claro que Lois Weber estaba explorando de qué maneras diferentes se podían presentar las acciones paralelas. Otro ejemplo de proeza sintética se detecta en la utilización que Lois Weber hace del picado: primero, vemos, en plano picado, cómo la criada deja la llave bajo la alfombra de la puerta de la entrada y, después, vemos entrar al ladrón en la casa que, visto desde el mismo punto de vista picado, descubre la llave bajo la estera, justo donde la criada la ha dejado.
Lois Weber falleció arruinada en 1939 en Hollywood, California, a causa de una enfermedad gástrica. Tenía 58 años. No dejó descendencia. Por su contribución a la industria cinematográfica, Lois Weber tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, en el 6518 de Hollywood Boulevard.